En la sociedad actual se extiende una tendencia alarmante: la resignación. Cuando se abandonan las normas éticas, se abandona el futuro porque no importa el presente y renunciamos también a lo que nos define como humanos.
Precisamente, si algo nos distingue de los animales es el poder decir "no" al orden pervertido que ridiculiza la virtud y exalta el vicio. La honestidad es aquella cualidad por la que la persona se determina a elegir a actuar siempre en base a la verdad y a la auténtica justicia. Ejemplos extraordinarios de esta virtud aparecen en la sociedad argentina. Liliana Romero, una sanjuanina de Rawson, encontró 100.000 pesos y los devolvió. Es costurera, esposa de un desocupado, pero no aceptó recompensa por el gesto realizado. El mes pasado, el gobierno de Salta premió al cabo Francisco Solano Dávalos, con una vivienda equipada y un subsidio de $ 5000, en reconocimiento a su honestidad, tras haber devuelto $ 350.000 encontrados en un supermercado. También tres jóvenes pampeanos de General Pico devolvieron un maletín con $ 30.000 encontrados en una calle de esa ciudad. Días atrás, un joven cordobés que vive en La Rioja encontró 137.000 dólares y los devolvió a su dueño, quien le otorgó una recompensa de $ 5000, que él decidió donar a una organización que asiste a personas con diversos problemas sociales y laborales.
Estos son ejemplos sobre los cuales también se debería dedicar más de una clase en las escuelas. Cada uno de nosotros es el resultado no sólo de la acumulación de experiencias que ha vivido en su limitada existencia personal, sino también de aquello que se le ha enseñado. En gran medida, somos consecuencia de la educación, a la que los griegos llamaban "humanitas", porque nos da la dimensión de seres que viven con otros y aprenden a respetar a los demás. Como apunta Fernando Savater en "Invitación a la ética", lo que vale "nos" vale. Al proponernos un sistema de valores, la ética nos fija condiciones de humanidad. No se puede vivir moralmente sin el otro o contra él. Lo que resulta común a todos los valores, para ser morales, es que contemplan el interés del otro y respetan lo que pertenece a los demás. Platón señalaba en "La República": "la virtud no tiene dueño; la tendrá cada uno más o menos según la honre o la desprecie. La responsabilidad es del que elige".
En un país donde la "viveza criolla" ha hecho estragos, el ejemplo de los ciudadanos citados, es un testimonio de que la honradez no es algo anticuado o extinguido, sino de la que necesitamos si queremos tener futuro evitando la resignación.
