Los argentinos vivimos en una democracia que se ha consolidado en las últimas décadas a través de las instituciones republicanas, es decir, tenemos en un Estado de derecho con plenas garantías constitucionales y obligaciones inalienables de los gobernantes para hacer cumplir esos dictados que aseguran la convivencia y la paz social.

Sin embargo existe un clima de intolerancia que genera divisiones y violencia. Las acciones directas, el activismo y los ataques de los agitadores han reemplazado al diálogo y al entendimiento civilizado, tal como ha ocurrido esta semana sin que las autoridades utilicen las herramientas legales para imponer el orden. Lo señalan graves hechos puntuales, como el enfrentamiento armado entre dos sectores del gremio de la construcción, en Buenos Aires, con un muerto y la furia sindical desatada en una protesta de los portuarios en el puente de Avellaneda. Allí los piqueteros lanzaron al vacío a un hombre discapacitado, con una pierna ortopédica, que intentó cruzar el bloqueo para llevaba a su mujer embarazada al hospital.

Se suman los sangrientos enfrentamientos de barrabravas en Quilmes, con connotaciones políticas y las ocupaciones en Lugano, propias de la conducta delictiva que en la última década comenzaron con los cortes de calles y rutas es el método de protesta más arraigado y consentido aunque cercena los derechos de terceros impedidos intempestivamente de circular por la vía pública.

Si a este panorama se agrega la inseguridad, los argentinos nos sentimos desprotegidos y vulnerables, más todavía con el auge del narcotráfico que despliega sus accionar impunemente y no es una presunción. En Rosario se descubrieron dos túneles en territorio que maneja la banda de Los Monos, en villa La Granada y destinados a guardar considerables sumas de dinero de la droga, como también diseñados para que una persona pueda alojarse allí con comodidad y, fundamentalmente, para huir ante una redada. Uno de esos conductos, de 50 metros de longitud, terminaba en una caballeriza donde había más de 20 equinos de pura sangre, que han participado en los hipódromos más importantes de la Argentina. Un despliegue logístico y económico de los narco ante los ojos de las autoridades.

Por los pocos días en que sucedieron estos hechos, sin contar en otros puntos del país -en San Juan hubo un piquete en ruta 40 en Chimbas el jueves pasado-, la rutina lleva a vivir a la defensiva frente al ataque de los delincuentes.