Hace 139 años, el 30 de abril de 1874, en una casa de baile de Lobos, en Buenos Aires conocida por "’La Estrella”, mataron a Juan Moreira. Su padre fue un famoso mazorquero a quien Rosas ordenó fusilar. Para el sentir popular aparece como el gaucho soberbio, injustamente perseguido, que defiende a facón su libertad contra las fuerzas policiales. Para otros fue simplemente un asesino a sueldo, pagado para arrastrar votos por el prestigio de su valentía o su amenaza de matón. De cualquier forma lo utilizaron los políticos, cuya acción llega a comprometer a sus propios protectores, los "’alsinistas”. En el museo "’Enrique Udaondo” (Antes Museo Colonial e Histórico de Luján) hay dos testimonios: El cráneo de Juan Moreira y la larga y lujosa daga que regaló al temido gaucho su protector, el Dr. Adolfo Alsina, en su tiempo, con fama de gaucho.

Según el historiador Marcos Estrada, Juan Moreira nació en los bañados de Flores el 20 de noviembre de 1819. Cuando lo mataron tenía 55 años. Había sido tropero y domador consumado. No está demasiado presente en el conocimiento general que Martín Fierro y Juan Moreira fueron contemporáneos. Efectivamente, la segunda parte del Martín Fierro aparece en Buenos Aires en marzo de 1879. Eduardo Gutiérrez, que dio inmensa popularidad al personaje, comenzó su folletín "’Juan Moreira” en el diario "’La Patria Argentina” el 28 de noviembre de 1879.

Su adhesión al Dr. Alsina, si bien significó cierta impunidad en su acción, fue sincera e incondicional. Gutiérrez no desfiguró demasiado el personaje, salvo que lo pintó de melena negra y sedosa adjudicándole un aire romántico y ennoblecedor. La muerte de Moreira es decretada por los propios "’alsinistas”. Se ofrece una recompensa de 40 mil pesos por su captura.

Moreira es sorprendido en el interior de una pieza con una mujer por el grupo comandado por Francisco Bosch. Golpean la puerta y le intiman entregarse. El Gaucho abre súbitamente la puerta y hace tronar sus trabucos. Cuando intenta huir sale detrás de un brocal donde estaba oculto el sargento Andrés Chirino, un arriero de San Juan que murió cuando tenía más de 100 años de edad, y por la espalda le clavó con su bayoneta. Moreira aún pudo darse vuelta y descerrajar un balazo en el rostro del matador que solamente lo hirió.

Su realidad y leyenda dieron origen al teatro nacional, cuando el mimodrama tomó los calientes diálogos del folletín de Eduardo Gutiérrez y se convirtió en drama escénico. Drama tan vivido por el paisanaje del interior que un paisano para ponerse del lado de Juan Moreira y rechazando una muerte a traición, advirtió facón en mano: "’¡Así no se mata a un hombre!”.