Entre los grandes cantores de tango considerados en el olvido, ante lo poco que se los escucha en audiciones musicales de las radiodifusoras que hoy pueblan el dial, figura Juan Carlos Pérez de la Riestra, apodado "Charlo" -de gran popularidad en las décadas de mediados del siglo pasado- que hoy es prácticamente desconocido para el gran público que ama la música ciudadana.

Sus orígenes fueron muy distintos al de los demás intérpretes que ya hemos recordado, nacidos todos de familias inmigrantes y en ambientes de muy escasos recursos. Charlo fue hijo de una familia tradicional, de buena posición económica, y llegó a este mundo en una estancia de la provincia de La Pampa cercana a Guatraché en junio de 1907, cursando luego su primaria en una escuela rural de Puán. En el Conservatorio Santa Cecilia de esa misma población bonaerense recibió las primeras enseñanzas musicales para completar el secundario en la ciudad de La Plata.

Como vemos, su desarrollo tuvo lugar en ambientes y con medios totalmente diferentes a otros famosos, no obstante lo cual se sintió también atraído por la bohemia musical abandonando las aulas para comenzar a actuar como pianista y cantor, quizás influenciado por el ambiente tan porteño del barrio de Belgrano, donde su familia se había radicado alrededor de 1920. Así fue que en 1924 inicia su actuación profesional en Radio Cultura, presentándose ya con su seudónimo "Charlo", alcanzando la fama con bastante rapidez no sólo como cantor sino también como compositor al grabar dos tangos junto a autores tan reconocidos como Francisco Brancatti y Celedonio Flores.

Por lo general, en el ambiente de quienes gustamos del tango, la figura de Charlo viene asociada a la orquesta de Francisco "Pirincho" Canaro, ya que las grabaciones más difundidas, que hoy escuchamos lamentablemente muy espaciadas por cierto, son las que popularizó cantando los estribillos en esa orquesta. Su debut ante el público tuvo lugar en 1925, año durante el cual realizó sus primera grabaciones para el sello "Víctor". Poco después, en 1928 pasó a grabar para "Odeón" acompañado en parte por la orquesta de Canaro y también por la de Francisco Lomuto, debutando musicalmente con el hermoso vals "Ramona".

Como según relatan los diversos autores dedicados a nuestro tango, Charlo disfrutaba de una excelente "pinta" de varón, razón por la cual en los años ’30 se lo llamó "El cantor de las 1000 novias", muy pronto fue llamado para actuar en el cine debutando en el celuloide en 1934 con "El alma del bandoneón" para continuar con la más conocida "Puerto Nuevo" y luego con "Carnaval de antaño", junto a actores de la calidad de Florencio Parravicini, Sofía Bozán y Pepe Arias. También participó en diversos elencos de películas españolas, mejicanas y brasileñas, siendo justamente durante sus actuaciones en Río de Janeiro donde compuso en 1935 su pieza más emblemática, "Ave de paso", con letra de Enrique Cadícamo.

Charlo fue quizás uno de nuestros cantores populares que más giras realizó por el exterior, con largas temporadas en Europa particularmente en España y Portugal, siempre acompañado por su esposa y también muy conocida actriz Sabina Olmos, destacándose el enorme éxito logrado en Lisboa en 1959. También en nuestro continente fueron muchas y destacadas las actuaciones de la pareja en espectáculos musicales tanto en teatros como en radio y televisión, especialmente en Colombia y Venezuela. Como compositor se distinguió con piezas tan populares como "Fueye", "Rondando tu esquina", "No hay tierra como la mía", que culminan con "Rencor" y "Cobardía", ambas con letra de Luis C. Amadori y grabadas por Carlos Gardel.

Una de sus características más conocidas fue su marcada afición a los "burros", siendo fama que dejó fortunas en Palermo y otros hipódromos del mundo, incluyendo hasta los bienes de su compañera. Quizás haya sido esta pasión tan bien reflejada en tangos bien conocidos la que contribuyó a una rápida decadencia de este cantor pese a la excelente calidad de sus interpretaciones. En ocasión de un viaje a Chile que realicé a mediados de los ’60 invitado por una Comisión de las Naciones Unidas a visitar establecimientos mineros de las III y VI regiones, encontré a Charlo cantando en un cabaret de mala muerte en Copiapó, a distancia sideral de sus brillantes éxitos en Ipanema, Estoril o la Gran Vía.

No obstante, Charlo fue sin dudas una de las figuras más importantes de nuestra música ciudadana, permaneciendo siempre presente por calidad y justeza sus grabaciones con "Pirincho" Canaro no igualadas hasta ahora, como el vals "Nelly" o los tangos "Las vueltas de la vida" y "Tiempos viejos".