–ÚLTIMA PARTE–

Como consignamos en la nota anterior, el primer templo de los agustinos sufrió muchas vicisitudes, pero esta congregación volvía a insistir con muchos sacrificios a solucionar los problemas. Luego de la expulsión de los jesuitas, sabemos que se estaba edificando una nueva Iglesia, pues de acuerdo a la documentación el prior Sotomayor pidió doce esclavos que le habían pertenecido a la Orden para continuar la edificación de la Iglesia y por falta de mano de obra.

Creemos que esta sería la Iglesia que llega hasta 1833 en que una gran avenida de agua, penetró en la ciudad:

‘…se formaban vorágines terribles por las aguas que se arremolinan y sepultan en sus entrañas cuanto les opone resistencia.”

Luego tenemos un vacío documental, hasta que el 20 de septiembre de 1853, el padre Vicario Fr. Antonio Gil y los demás miembros de la comunidad reunidos creyeron que el censo redimido de doña Josefa Orbe de 250 pesos era conveniente destinarlo para hacer una capilla que supliese en algún modo la necesidad que tenían de templo para funcionar. Todos aprobaron la propuesta. En los primeros días de octubre con la dirección del Prior y con el cuerdo del Provisor en Sede Vacante Mons.Timoteo Maradona, se decidió emprender la obra, solicitando la ayuda de los fieles, Se consideró la oportunidad de que la casa y sitio que el finado fraile don José Centeno donó al convento en la cantidad de 500 pesos se usara para proseguir los trabajos. La construcción del templo tenía sus dificultades, en marzo de 1856 se consideró que don Pedro Regalado Frías, solicitaba la compra de un sitio de pertenencia del convento situado al Poniente de la Iglesia es decir hacia la calle Sarmiento actual, en la cantidad de 400 pesos según la tasación efectuada, resolvieron que se vendiese y el importe se destinara a la construcción del templo.

Tenemos una verdadera perla con un documento encontrado, que es un informe sobre la Iglesia de San Agustín firmado por el padre Eustiquio Esteban, aunque el mismo no tiene fecha, podemos datarlo. Es anterior al terremoto del 15 de enero de 1944, pues el padre Esteban falleció cuando se desplomó el templo de Concepción por efectos del sismo.

La Iglesia tenía 56 m. de lago por 20 de ancho, una sola nave. Altares de mármol, uno dedicado a San José, ubicado en el centro del mismo y a lados la estatuas de mármol de San Andrés y Santa Catalina respectivamente. Altares de madera dedicados a la virgen en el centro y a los lados las estatuas de San Agustín y Santa Mónica. Un altar del Sagrado Corazón y a los lados Santa Margarita de Alocoque y Santa Filomena. El altar de la Virgen del Carmen era de material. La imagen era antigua y de vestir pues el capitán don Pedro de Oro Bustamante en 1722 la trajo de España, especialmente para la Iglesia. Esta imagen según un testimonio oral de primer nivel de la Dra. Carmen Peñaloza de Varese decía ‘…era una bella imagen de vestir, que llegó hasta el terremoto del 15 de enero en que muchos templos de San Juan fueron saqueados…”

Tras largas negociaciones el cuarto Obispo de San Juan de Cuyo Mons. José Wenceslao Achával consiguió que el gobierno de San Juan, le cediese por ley a la Iglesia el lugar para el funcionamiento del Seminario Conciliar.

Este templo fue refugio de malones, ofreció sus campanas para hacer cañones, sería oportuno como muchas veces hemos manifestado infructuosamente, que se colocará allí una placa que como lo deseo el sacerdote e historiador jachallero padre Alfonso Hernández que dijera: ‘En este lugar se enseñó a amar a Dios y a defender la Patria”.