Nuestra provincia acaba de inaugurar el nuevo edificio del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson que atesora obras pictóricas de incalculable valor artístico. Este valioso patrimonio artístico constituye un motivo más de orgullo para los sanjuaninos, que se suma al Centro Cívico y al Estadio del Bicentenario de Pocito. Y si los proyectos gubernamentales se cumplen dentro de los plazos previstos, la música y el teatro también tendrán, en los próximos años, otros modernos edificios que consolidarán la otrora fama de ser la ciudad más moderna. Me refiero al Teatro del Bicentenario y a la Escuela de Música de la UNSJ.

Con motivo de este acontecimiento estimo oportuno referirme, brevemente, a la personalidad de Franklin Rawson. Era hijo del Dr. Aman Rawson, médico norteamericano, un apóstol de la medicina y de Doña María Justina Rojo, perteneciente a tradicionales familias sanjuaninas; y hermano de otro notable prócer, que había heredado de su padre la pasión por la medicina: el Dr. Guillermo Rawson.

Benjamin Franklin nació en San Juan el 29 de marzo de 1820. Inició sus estudios primarios en una escuela privada fundada por el francés Pierre Douet, donde aprendió entre otros conocimientos de instrucción general, geometría y dibujo, que le sirvieron de una sólida base para sus futuros estudios.

Su hermano menor Guillermo, diría años más tarde, que allí adquirió las primeras nociones de dibujo y colorido, que lo catapultaron a cultivar el arte de la pintura con notable éxito. En plena juventud su padre lo envió a Buenos Aires junto a su hermano menor Guillermo para continuar su formación artística. En la metrópoli, fue alumno de un gran retratista Don Fernando García del Molino y de Boneo. De regreso a San Juan, con la bien ganada fama de excelente retratista, fue Sarmiento el primer crítico de su arte. En la edición del Zonda del 17 de de agosto de 1839, escribe: "Ha llegado de Buenos Aires el joven Franklin Rawson, honor de su patria. En ella ha perfeccionado el talento de la pintura que con tanto aprovechamiento ha cultivado desde su más tierna infancia. Sabemos que piensa ejercitar su pincel, ya sea en la miniatura o al óleo y muchos compatriotas se apresuran a darle obras. Los retratos de su mano serán, pues la simples copias de sus facciones, serán a los ojos de los buenos sanjuaninos de la gloria de su país y la noble muestra del primer paso que dan las bellas artes entre nosotros”. Contrariado por el enrarecido clima político de San Juan y el país se trasladó a Chile, donde perfeccionó sus estudios pictóricos, junto a un afamado pintor francés Raimund Monvoisin.