La carrera electoral iniciada en EEUU concluirá el 6 de noviembre próximo con la designación del nuevo presidente. Así como el partido demócrata tiene ya como candidato a Obama, el partido republicano deberá recorrer un largo camino hasta agosto, para elegir el candidato que se enfrentará al presidente electo. Este camino comprende una serie de estaciones intermedias denominadas primarias.
La primera de ellas tuvo lugar en el estado de Iowa. Los vencedores, prácticamente empatados entre los siete candidatos han sido Mitt Romney, un mormón de 61 años y Rick Santorum, católico de 53 años. En la segunda cita electoral, la de New Hampshire, Romney obtuvo el primer puesto.
Rick Santorum es un católico, ex senador por Pensilvania. Tiene 7 hijos y, como católico coherente con sus convicciones, es pro-vida, defensor del matrimonio heterosexual y preocupado por la educación. A su alrededor se han congregado los protestantes evangélicos y, en general, los votantes defensores de los valores cristianos.
Un factor que está jugando fuerte en estas elecciones estadounidenses es la religión y cumple un papel importante, de acuerdo con la historia de EEUU. Incluso un presidente no fervoroso como Obama, tomó posesión en una ceremonia en la que dos pastores protestantes hicieron consideraciones religiosas: uno haciendo la invocación a Dios y otro impartiendo la bendición final. Parte de la multitud asistente rezó el Padrenuestro, el nuevo presidente juró sobre la Biblia, la misma usada por Abraham Lincoln en idéntica ceremonia.
Es un hecho que la religión pesa fuerte en la vida pública norteamericana. El trasfondo histórico que enmarcó el tratamiento jurídico del factor religioso en EEUU fue distinto del europeo. En Estados Unidos, el poder político se limitó a abolir la religión de Estado, poniendo a todas las Iglesias en pie de igualdad. Era una separación amistosa con benévola neutralidad hacia todas las iglesias. Algo bastante distinto de la intencionalidad de la Revolución Francesa, que marca el principio del separatismo continental. Lo que se perseguía, no era una separación benévola, sino una subordinación de la Iglesia al Estado.
El 20 de enero de 1961 se sentó en el Despacho Oval el primer presidente católico de la historia: John F. Kennedy. Habrá que esperar para saber si un mormón puede llegar a cumplir este anhelo.
