En el año del bicentenario de la creación y jura de la Bandera Nacional argentina queremos destacar las cualidades del creador de tan importante legado, don Manuel Belgrano. Sus virtudes y cualidades son dignas de ser reconocidas y valoradas por nuestros educandos que son los futuros hacedores de la patria, por eso nuestro deber de recordarlas en forma permanente más allá de que hace poco se haya conmemorado un nuevo aniversario de su fallecimiento.
Dueño de una personalidad única, algunos datos dan cuenta de que fue poseedor de una gran capacidad intelectual, lo confirman sus estudios cursados en la carrera de abogacía en España pero a su vez también refuerzan esta teoría las aptitudes que debió demostrar frente al desafío de tener que pertenecer a las fuerzas militares. Siendo su formación intelectual su preparación no estaba dirigida a formar parte de las fuerzas militares pero tuvo que poner toda su capacidad en el aprendizaje de este nuevo rol y lo llevó a cabo con éxito. Y esto no fue casual ya que las autoridades de turno vieron en él su activa participación durante la Revolución de Mayo y sus opiniones estratégicas durante el accionar de la Primera Junta. Queda también puesta en evidencia su amplia capacidad de conducción y poder de liderazgo frente a sus subalternos además de su perseverancia y tenacidad; ya que poseía buen dominio de vocabulario y capacidad de convencimiento. Para referirse a esto sólo basta mencionar que estando plenamente convencido de que sus soldados necesitaban un símbolo que más allá de identificarlos les diera fuerzas y los reanimara en la dura misión de luchar por la patria; mandó hacer la bandera celeste y blanca; y cabe recordar aquel sublime momento el 27 de febrero de 1812 cuando instó a sus soldados a izar por primera vez esta bandera jurándole lealtad y respeto. También se refleja este accionar cuando tuvo que reorganizar el Ejército del Norte y convencer a sus hombres de seguir luchando en las victorias de Tucumán y Salta.
Cuando el Triunvirato le ordenó no volver a mencionar la idea de tener una bandera propia, él sostuvo la idea de volver a izarla si fuera necesario. Esto demuestra su gran compromiso con las aspiraciones de independencia.
El mismo hombre que no escatimó en dudas al pensar que los aborígenes eran los dueños de las tierras desbordadas por la ambición española; fue partidario de un gobierno dirigido por un indígena para conformar una monarquía incaica. Si bien este modo de pensar puede generar controversia lo cierto es que en aquellos días era normal pensar en ello debido a que muchas veces los criollos eran testigos de las injusticias que cometían con los aborígenes.
Este gran héroe murió en la suma pobreza , decepcionado por las peleas internas que pretendían la conformación de la patria, y además sin ser reconocido y homenajeado en vida.
