Afirmar que el deporte, y específicamente el fútbol, es parte de la idiosincrasia argentina sería redundante como así también decir que las alegrías y frustraciones en ese ámbito las transformamos en crisis de identidad que nos reflejan como sociedad. Podríamos argumentar múltiples análisis y llegaremos siempre a la misma conclusión: que las frustraciones tienen que ver con nuestra incapacidad para desarrollar un trabajo en conjunto donde las individualidades estén al servicio de un objetivo común, y a que nunca se asumen responsabilidades, especialmente en los desaciertos. Sin embargo y despegados de la pasión deportiva, la organización de esta Copa América tiene buenos matices, especialmente para San Juan.
En primer lugar el evento sirvió para que el objetivo de tener un estadio acorde a espectáculos de nivel internacional se concrete, llenando una necesidad manifiesta, sumada a la importante decisión de la AFA de terminar con el monopolio de Capital Federal en la organización y manejo del fútbol. Para ésto sin duda influyó el abrumante ascenso -deportivo e institucional- del interior pero también las decisiones políticas a nivel nacional y provincial que hicieron valer el derecho a presenciar un deporte que nos representa a "todos” los argentinos, conscientes también de que con él vienen a las provincias valores agregados como el turismo.
Sin caer en la queja continua de "’interior vs. capital”, advertimos que estos espectáculos hacen salir a la superficie problemas no resueltos que necesitan soluciones concretas. Un ejemplo de ello es el tema del transporte señalado por la prensa extranjera que no entiende por qué un país tan extenso como éste no tiene un servicio aéreo fluido, y, peor aún, que para ir de un extremo a otro se deba, necesariamente, pasar por Buenos Aires. Así como se tomaron decisiones de avalar una sede como San Juan cuando el estadio era sólo un proyecto, confiando en la seriedad demostrada por la gestión gubernamental y en funciones de antecedentes de organización de otros espectáculos deportivos como el Dakar, el hockey sobre patines o el voley; de la misma manera es hora de exigir cambios estructurales valiéndose de lo demostrado para que el país interior termine de consolidarse.
La federalización concreta del fútbol es otro de los hechos auspiciosos e indica un cambio de mentalidad dirigencial pues advierte a tiempo que este tipo de eventos deportivos consolida la actividad y afianza las instituciones relacionadas con dicha práctica. Pero, además, reasegura los réditos económicos al promover nuevos lugares para la concurrencia de público nacional y extranjero. Sin duda, algo muy inteligente que se potencia con la noticia de un torneo federal que incluiría muchos equipos del interior. La culminación de estos cambios debe completarse con un cronograma para que los partidos de la selección argentina, durante las próximas eliminatorias para el mundial 2014, se efectúen en el interior (como lo hace Brasil desde hace tiempo, por ejemplo) sabiendo que nuestra provincia cuenta con una infraestructura consolidada y probada. Para concretar esto, sin duda, estará presente la intermediación de las autoridades políticas provinciales quienes tienen abundantes elementos positivos para mostrar y que avalan cualquier petición. Ahora bien, a todo lo dicho, debe sumársele nuestra actitud como ciudadanos, primero estando ya definitivamente preparados para eventos de envergadura que en cualquier momento pueden presentarse. Los hechos no esperan y no nos deben encontrar indecisos, como ocurrió con el comercio durante la primera fecha de este torneo ya que, cuando se reaccionó para la segunda oportunidad, un elemento extra -el clima- menguó los resultados. En segundo lugar no abusando, en ningún aspecto, como si se tratara de la última vez sino todo lo contrario sembrando confianza en los visitantes para que vuelvan.
Los buenos resultados deportivos volverán (en el fútbol) cuando se copien actitudes de orden, esfuerzo y humildad demostradas en otras disciplinas (vale el ejemplo de Los Pumas, Las Leonas o la Selección de Voley) y que son aquellos verdaderos valores que nos deben identificar como sociedad, dejando de lado el marketing al servicio del individualismo o el gran negocio que le pone precio a todo. En comparación, San Juan está mejorando su autoestima social porque recuperamos aquellas actitudes, teniendo una paciencia medida en décadas y decidimos asumir nuestras responsabilidades en un país profundo que ya no es tan interior y alejado, sino protagonista principal por esfuerzo propio.
