El intercambio de prisioneros entre Israel y el movimiento Hamas, el grupo extremista de la milicia palestina que domina la Franja de Gaza, realizado el martes último a través de la Cruz Roja Internacional, ha marcado un punto de inflexión en la disputa de Oriente Medio sustentada en posiciones irreconciliables.
La liberación del soldado Guilard Shalit, en poder de Hamas, desde que fuera capturado y hecho prisionero en junio de 2006, a cambio de una primera excarcelación de 477 combatientes palestinos, ha sido una operación compleja y un cambio de pensamiento respecto a la intransigencia política y de estrategia militar sustenta en ambas partes. Tal vez el precio más caro en esta encrucijada lo haya pagado Israel, ya que debió ceder y entregar más de mil prisioneros, muchos condenados a cadena perpetua por atentados sangrientos contra ciudadanos israelíes y también por dejar de lado las operaciones armadas que durante un lustro trataron infructuosamente de rescatar al soldado Shalit, ahora ascendido de grado de sargento primero.
En el otro extremo de esta operación sin precedentes, una jubilosa muchedumbre recibió a los 293 reos palestinos excarcelados ese día, en tanto el resto de los 477 excarcelados regresó a sus casas en Jerusalén Este. Otros liberados salieron al exilio por exigencia del gobierno israelí, según estas negociaciones que alcanzan a 1027 presos en territorio israelí.
Ojalá las primeras declaraciones de Shalit, entrevistado por la televisión egipcia, sean premonitorias al expresar que confía en que el canje por el que recobró su libertad "pueda hacer avanzar un acuerdo de paz” entre israelíes y palestinos y aseguró que estaría muy contento si liberasen a todos los presos que pudieran quedar en uno y otro lado. Más optimista todavía son las voces de la contraparte, como uno de los presos palestinos más antiguos, Fahri Barguti, que llevaba 34 años entre rejas: levantó los brazos en señal de victoria y gritó que éste era "el momento de la reconciliación”, mientras en Gaza varios líderes de la Autoridad Nacional Palestina destacaban que el canje ha servido también para unir al pueblo palestino.
Lo verdaderamente trascendente de este entendimiento entre israelíes y palestinos va más allá del factor emotivo del canje y de las calificaciones de triunfo de un lado y de derrota del otro, según los puntos de vista de quienes no aceptan las concesiones como fórmula para llegar a una paz duradera. La necesidad de establecer un Estado palestino, debe ser el marco para una convivencia sin rencores.
