Radio Colón. Épocas de oro del radioteatro, ese hechizo que sólo la radio pudo proponer. Niños, nosotros, expectantes a los pies de la cama de nuestros padres, cuando una voz bien tildada, elegante, señorial desgranaba uno a uno los capítulos de historias hogareñas o de aventuras. El locutor era Andrés Emilio Romero, quien ha partido recientemente. No se limitaba a presentar la obra, sino que era su relator, un nexo con las actuaciones de actores memorables, elevados hoy a la categoría de estrellas de una ficción que prestigiaba la radio provinciana, gente que amó profundamente esa aventura y tuvo el privilegio (y la responsabilidad) de colocar nuestros corazones al pie de una cajita de madera con perillas, que hilaba crónicas humanas que el simple público de entonces amaba porque estaban muy cerca de su realidad cotidiana. El interior siempre tuvo su ética popular y sus principios cristalinos, un reflejo de un país que no se dejaba manear por las tonteras ni las mediocridades, un país como siempre creímos que nos tenía asignado el destino, pero aún no…

El "Negro” Romero perteneció a esa estirpe de emprendedores sanos y corazón simple. Entre esa pléyade de héroes naturales, creció. Siempre lo tuvimos al lado de nuestros afectos; fue como una especie de buen censor de nuestra obra, aunque siempre recibimos de él elogios que sabíamos venían de alguien autorizado a opinar de estas cosas.

Sótano de Radio Colón, allá por el sesenta. Consola del "Negro” Vallejos y el petizo Sarmiento, que también solía manejar una estrella del radioteatro, Oscar Donaire. Radio del Quito Bustelo y Don José L. Rocha, un genio de la electrónica de entonces, que con aparatos limitados de esa época grababa igual o mejor que hoy. Hace un tiempo escuchábamos en España un disco nuestro grabado recientemente. Varios de los presentes distinguieron especialmente una canción ("Te Recuerdo, Amanda”), que habíamos incorporado a la obra junto al material actual. La canción había sido grabada hace más de 30 años por Don José L. Rocha, en su casa, para el programa "San Juan en Alta Visión”. De esa gente hablo, personajes con talento, visionarios humildes, no superados, orgullo de una San Juan que tuvo paradigmas con proyección nacional. Tal el "Negro” Romero, locutor de lujo, relator creíble. Es sano que las generaciones actuales se miren en estos espejos insoslayables. El camino del talento es generalmente propiedad de elegidos y está comandado por nuestros maestros, pero bien puede transitarse con dignidad, si en ellos nos miramos.

(*) Abogado, escritor, compositor, intérprete.