La incertidumbre es tal que la crisis financiera mundial llegó a ser la cara visible de otra invisible, como lo son la crisis ética y existencial. Las tres son paralelas y se influyen destruyendo la dignidad de las personas.
Actualmente se observa a diario los esbozos del hombre light del siglo XXI. La palabra crisis se escucha en todos lados. El hombre fue atrapado por la tecnología, que se olvidó del pasado y no sabe como construir un futuro. La incertidumbre es tal, que la crisis financiera mundial llegó a ser la cara visible de otra invisible, como lo son la crisis ética y existencial. Las tres son paralelas y se influyen mutuamente destruyendo la dignidad de las personas. La superpoblación mundial junta problemas de reservas, progreso ilimitado, distribución injusta de riquezas, dramas ambientales y una crisis financiera mundial, sin igual, que ya obliga a realizar todo tipo de ajustes, ahora en Argentina. Y, frente a ello la humanidad débilmente, parece recular.
El "Homo Tecno” se engolosinó y despilfarró reservas naturales de energía, siendo con ello más económico que pragmático. El mundo actual centrado en lo material acaparó todo los ámbitos de la vida. Y, ello lo lleva a pagar un precio grande. La crisis, indignación, inseguridad, tensión, bronca, pobreza, injusticias y desilusión, son algunos de los resultados obtenidos. Parecería, que no encontramos un rumbo, cuando sólo se busca vivir cómodamente sin ningún tipo de sacrificios y de manera superficial, a cualquier precio. ¿Será que el hombre de estos tiempos no fabricó historia para otra cosa que para huir del hábitat que no eligió? El sentido de su existencia era tramposo. Ya la crisis en el sentido material y espiritual golpea duro. El hombre posmoderno tiene que empezar a emerger de una posición turística para encontrar alguna señal de tránsito. Pero, ¿qué camino seguir? ¿Es capaz de encontrarlo?
Momentáneamente, miramos para todos lados y solo observamos manifestaciones, bombos, pancartas, e indignados en diversos países. No obstante, una joven generación pide a gritos un camino a seguir con mayores posibilidades. Un cambio que nos permita construir un futuro más justo y saludable desde la historia. Pero, ¿qué es historia? Historia es eventos pasados, como escritos de eventos pasados. La idea de que el pasado no sirve o es otro país, que está lejos de nosotros y que podríamos volver a él a través de una máquina del tiempo, es ilusa. Pero, muchas veces nos enojamos si decimos que el pasado es creado por nuestro presente.
Frente a muchos que veían a la historia como mera subjetividad ideológica de parte del historiador, Dilthey afirmaba que la historia es objetiva. No obstante, Marx, Hegel y Spengler manifestaron una filosofía de la historia que se descubre en constantes hechos presentes hacia un fin último. Por ello, podemos decir que la vida es una trayectoria dinámica que hay que ir resolviendo mientras se desarrolla, para construir Historia. El presente es un problema que uno debe ir resolviendo, pero con un rumbo.
Frente a ello, la existencia actual no halla una salida, dominada por tres crisis paralelas. La primera es una crisis financiera, material, como la punta del Iceberg, que hizo interrogarnos por cuestiones que antes eran consideradas irrelevantes o dejadas de lado. Ella se percibe en los ajustes a nivel mundial. Indiferencia, progreso "economicus” ilimitado que llevó a una brecha mayor entre ricos y pobres a escala planetaria. La segunda, es la crisis ética, de falta de valores, sin sentido, de tal forma que ahondó la sensación de impotencia frente a una norma que sea capaz de establecer lo correcto o incorrecto. Y, la tercera y última es la crisis existencial, espiritual, aquella que nos hace sentir mal, con cierta incertidumbre para encontrar una salida. Es que vivimos preocupados por el status, confort, haciéndonos incapaces de recordar y poder proyectar un porvenir. Y, ante ello necesitamos repasar nuestro pasado, ya sea individual y social, para ver el presente con profundidad y construir un futuro sólido. Por ello, tener un sentido en la vida es clave. No obstante, frente a todos los imprevistos no podemos dejar de perder el punto de partida que es la familia y la educación. La diferencia con los antepasados, está en que éstos no se encontraban tan dispersos por la comodidad, de tal forma que el ejercicio intelectual los obligaba ir a las causas y divisar la salida.
Actualmente, la incertidumbre es tal que nos aferramos a un mecanismo de defensa inconsciente, cuando miramos todo con pesimismo y frialdad. Pero, la salida es posible si logramos pararnos ante la mediocridad con la llave de un futuro de logros. Lo otro es quedarse siempre en lo negativo, el pasado improvisado, o el baile vacío ante toda situación del presente sorpresivo.