Una vez más, la Organización de las Naciones Unidas ha exigido a israelíes y palestinos que abandonen las acciones unilaterales y vuelvan al diálogo para poner fin al conflicto que mantienen desde hace décadas y se llegue a la creación de un Estado palestino independiente. Al comparecer ante el Consejo de Seguridad, el martes último, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, exhortó a los líderes de las partes que superen sus diferencias dejando de lado las posiciones sectoriales que alimentan la desconfianza y la polarización.
El diplomático coreano, titular del organismo, recordó que la única opción viable para garantizar una paz duradera es a través de la fórmula de los dos Estados, a la vez de criticar duramente la expansión territorial con los asentamientos israelíes en Cisjordania. Precisamente, Palestina busca en la ONU la aprobación de una resolución que fuerce a Israel a abandonar antes de noviembre de 2016 los territorios ocupados desde 1967, como una condición para reanudar las negociaciones de paz.
En caso de que esto no prospere, los palestinos pedirán acceso a 522 agencias y organismos internacionales y
buscarán el reconocimiento como Estado de los países de la Unión Europea, y plantear la posibilidad de suscribir el Estatuto de Roma, que le abriría las puertas de la Corte Penal Internacional, para que se juzgue a Israel por crímenes de guerra. Claro que esta fórmula, expuesta por el representante palestino ante los miembros del Consejo de Seguridad, que parece inobjetable para negociar la paz, difícilmente llegue a prosperar si se tiene en cuenta la contundente capacidad de veto de los Estados Unidos, el principal aliado de Israel.