No pretendo hacer comparaciones vinculadas al comportamiento humano, ni tampoco decir que soy especialista en analizar la conducta de algunas comunidades de animales como las hormigas, que todas trabajan o se organizan en beneficios de todas, dentro de un comportamiento que es ejemplar. Lo que quiero decir es que en el caso de los hombres esto no se da de igual manera, especialmente en estos últimos tiempos en que se ha podio advertir que suceden comportamiento nunca vistos.
Hay una realidad que hay que tener en cuenta; la organización política analizada por los distintos filósofos, como Platón, considerado el Padre del idealismo. Él decía que debe estar en manos de los mejores y de personas sabias.
Aristóteles, por su parte, considerado el Padre del realismo, sostenía que la política era una de las actividades más eximias del propio hombre, que debía ser llevada por quienes logran llegar a la excelencia dentro de una verdadera organización de bien común, que en definitiva es la finalidad que hay que buscar. Por eso solo allí, en la organización política, es en la que el hombre puede desplegar todas sus potencialidades como ser humano.
La organización política actual ha llegado a un estado de confusión nunca visto, y todo ello lo atribuyo al egoísmo presente en las conductas del hombre.
Debemos recordar que la humanidad es lo que coloca al hombre en la cima de la creación. Esto conforme a la doctrina ampliada por Santo Tomás de Aquino, fundamentando posteriormente, filosóficamente al cristianismo. Esto constituye la esencia de la Doctrina Social de la Iglesia.
La organización política actual ha llegado a un estado de confusión nunca visto, y todo ello lo atribuyo al egoísmo presente en las conductas del hombre.
Llegar a los puestos del funcionariado, a pesar de haber algunas excepciones, tiene como único fin beneficiarse económicamente.
Parece ser que la pasión por el poder está circunscripta al deseo de perpetuarse en los cargos y lleva a cometer atropellos, inclusive, al derecho. Desde ahí hay poca distancia, como vemos en gran parte de América, para caer en los totalitarismos, que comprenden el total avasallamiento a las libertades del hombre.
La organización política actual no tiene, si quiera, algo de un hormiguero humano ni de sociedad. Por eso si no se cambian los fundamentos egoístas y deshonestos del presente, no habrá una comunidad que progrese con justicia y bienestar común.
Por Beatríz Albaladejo
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales
