La crisis todavía no se ve, pero muchos parecen olerla. Parecería que Latinoamérica se considera todavía lejos y blindada de la gran crisis mundial, ante un mundo casi perdido. Y, algunos no pueden dormir tranquilos en esta Argentina turbulenta, porque temen encontrarla a la vuelta de la esquina. Tal vez, es ésta una palabra casi censurada en nuestros tiempos, si causa mucho temor enfrentarla. Y, tal es así que a muchos les produce escalofríos, si todavía no se recuperaron de la profunda crisis del 2001. No obstante, no soy de los golpistas que presagian una crisis patriótica cada 10 años, mientras el mundo la suele tener cada cien. Sin embargo, parece haber llegado la hora de que los empresarios y trabajadores agremiados se conformen con menos y se esfuercen más, ante este escenario histórico y mundial. Algo de ello dijo nuestra Presidenta, cuando invitó a los diversos dirigentes no sólo a sumarse a su "proyecto”, sino también a no poner palos en la rueda y superar dificultades en los logros.
Actualmente, surge una incógnita clave, luego de ello, la que merecerá una profunda reflexión para nuestro análisis del sentido cotidiano de las cosas de la realidad por venir: ¿Qué pasaría si diversos sectores que hicieron mucho dinero en estos años, prefieren responder con el bolsillo de sus intereses ganados a la sensibilidad humana del corazón? ¿Es que la crisis trabajadora parecería tocarnos ahora, o viene de hace tiempo? Aquí, es necesario realizar tres distinciones para aclarar confusiones, tales como: la de una crisis de valores, una económica y otra cultural. Con respecto a la primera, podemos afirmar con certeza, que hace bastantes décadas que la estamos asimilando. En la segunda, si bien anduvimos a los tanteos con vientos a favor, este aire huracanado, ya no nos favorece con ilusión. Y, en la tercera y última, nos detendremos un poco más, cuando los argentinos preferimos el corto plazo y no aprender de proyectar a largo plazo.
Nadie duda del progreso económico actual en esta Argentina progresista. Pero, todavía persiste un atraso en lo "cultural”, que impactará prontamente en lo social ¿La cultura de este progresismo, escapa a la vieja fórmula del "gasto publico” o el "subsidio”, como una forma cortoplacista de solucionar los profundos problemas del hombre contemporáneo? Momentáneamente, se habla mucho de educación, pero la peor educación que se le puede dar a un chico, es cuando se proponen los prototipos "sedentarios” como ideales a imitar ¿El hecho de que se brinde un subsidio, para que la gente no pase hambre, no es ya suficiente para opacar cualquier interés sentimental de "noble solidaridad” en los tiempos de las "vacas flacas”?
¿Resulta óptimo aplaudir una expropiación, o la "Asignación Universal por Hijo” como las mas grandes conquistas sociales de estos tiempos y de la que casi toda la sociedad, partidos políticos, dirigentes y sindicalistas ovacionaron? Sin duda alguna, nadie se opone a ello, porque es mejor tener "algo” antes que la "nada”. No obstante, la experiencia histórica ya nos enseña que fácilmente nos ilusionamos con "algo”, que solo tranquiliza en un corto plazo, pero suele dejar un hondo dolor y bronca en un tiempo lejano ¿Es óptimo que un Estado tenga que establecer un subsidio para evitar problemas, porque no logró generar la confianza necesaria, capaz de atraer capitales que generen puestos de trabajo sin ajustes, con el tiempo?
Es que "el trabajo está hecho para el hombre” y no el hombre para el trabajo. El trabajo es el único capaz de hacer a las personas más sensibles, amigas, confiables, humanas y con una garantía exclusiva de prosperidad en un futuro distante. La "cultura del trabajo”, es la única capaz de hacerle recuperar la dignidad a la gente, como una forma de poder mantener a su familia con el esfuerzo, sin la explotación. Oportunamente: ¿ya nos hemos acostumbrado a "los comedores y fútbol para todos”, cuando la llave de logros está en el simple trabajo fruto de la producción y la educación? Paradójicamente, solemos olvidar el pasado, cuando muchos con oídos sordos ya corren a blindar sus intereses, ante otra crisis que parece asomar, tras una ventana social adolescente e incierta.
