Como Estados Unidos tiene el supermartes donde se juegan las finales de fútbol americano, acontecimiento al que todo estadounidense está atento, San Juan tuvo esta semana un súper día. El jueves estuvo en la provincia la presidenta Cristina Fernández dejando una inédita andanada de elogios al gobernador José Luis Gioja, despejando todas las especulaciones anteriores sobre la relación entre ambos. Por la noche, una inusual protesta que nació en las redes sociales, le cambió el humor a más de uno con oficina en Paula Albarracín de Sarmiento y Libertador. Nadie en los próximos años podrá olvidarse de este jueves bien político.
Gioja estaba nervioso. No ansioso, nervioso. Tenía en su carpeta una gran cantidad de temas para charlar con Cristina, pero no sabía si los tiempos le darían y mucho menos si la Presidenta lo escucharía. Una cosa es crear el espacio para el diálogo, y otra es la predisposición para que la charla se concrete. Según el Gobernador, ambas circunstancias se dieron y pudo, en poco más de tres horas de visita, trasladarle a la Presidenta todas las inquietudes de obra pública y espacio político que le quedaban: Teatro del Bicentenario, Ruta 150, Paso a Chile y otras. Gioja le tiró con munición gruesa. Por supuesto, se guardó los resultados de la charla, cuestión que el sanjuanino tratará de cerrar en los próximos días en Capital Federal.
Como frutilla del postre, el mandatario encontró el lugar y el momento propicio para pedirle a Cristina por la continuidad de los cupos de Promoción industrial, cosa que tiene hoy en vilo a trabajadores y empresarios. La Presidenta no le dijo que sí en su totalidad, pero contestó que no haría nada que deje sin trabajo a nadie: ergo, la Promoción se dará y así lo entendieron los industriales sanjuaninos que, al festejar su día, agradecieron a Gioja por las gestiones y analizaron como muy positiva la llegada de CFK a San Juan. Ninguno se anima a confirmar nada, por las obligaciones políticas de la Presidenta. Mendoza, saben en la Rosada y en San Juan, saldrá a patalear si se entera que la mandataria firmará la parte del decreto que los sanjuaninos esperan. Gioja no quiere causarle problemas porque no le conviene, y ruega que al Sur de San Juan no hayan leído más de lo que corresponde. Y a juzgar por lo publicado por los medios vecinos, la estrategia está dando resultados.
A Gioja la visita le sirvió para disipar ruidos. Es que en los últimos tiempos algunos dirigentes locales que el Gobernador identifica por lo bajo, le provocaron rispideces con la Rosada. Nadie sabe hasta qué punto, ya que es información que el mandatario sólo consulta con la almohada. Un dato significativo que no se ha contado hasta ahora, resulta de la convivencia entre las agrupaciones kirchneristas sanjuaninas y la JP, es decir, el peronismo. Dicen los que estuvieron en Pocito que se vivió un clima inesperadamente tranquilo. En la visita a San Juan de Amado Boudou para el aniversario de la muerte de Evita, los ánimos estuvieron bien caldeados: los de La Cámpora o Colina no aplaudían a Gioja, por ejemplo. O, dicen, no dejaron ingresar a algunos funcionarios del Gobierno provincial bajo el argumento de que todo estaba armado por los militantes locales de la agrupación que conduce Máximo Kirchner. En este caso, las banderas, y los cánticos fueron más "armoniosos", por decirlo de alguna manera. ¿Qué cambió? Sólo Gioja y quienes conducen esas agrupaciones conocen la respuesta.
Cristina también aprovechó al máximo la visita a la provincia. Mientras que en el resto del país las cacerolas sonaban, la mandataria se sacaba fotos con las operarias de la fábrica Vesuvio y contestaba a las ollas con un "No me van a poner nerviosa", toda una sugerencia a los miles que se juntaron en varias esquinas del país -incluso San Juan- a reclamarle varias cosas: dólar, inseguridad, inflación, etc. Cristina volvió a una vieja costumbre, la de venir a una provincia donde se la trata bien, donde se desviven por caerle simpáticos, muy lejos de la urbe de Capital Federal, de la que se ha quejado en reiteradas oportunidades. Parece que implica para ella un "tomar aire fresco y respirar", al menos en las apariencias.
Esos reclamos fueron los que cambiaron la cara de los peronistas locales, y del líder en particular. Es que fue cuestión de tiempo. Mientras el reloj avanzaba todo iba viento en popa, el problema surgió justo con la partida de Cristina de San Juan. En ese mismo momento los diarios digitales nacionales hacían una fuerte cobertura de lo que ocurría en el país, y las radios y este diario en San Juan contaba lo que ocurría en Plaza 25 de Mayo. +¿Mucha gente?+, preguntó un funcionario. Más de 5 cuadras, respondió un policía sanjuanino. Sin tener elementos científicos que confirmen la teoría, hay que decir que los comentarios en los medios de las personas que participaron de la manifestación eran dominados por una sola palabra: inseguridad. Acá, a diferencia de lo que ocurre en varias partes del país, la situación económica da un respiro. El motivo es la inseguridad a la que el Gobierno provincial ataca, pero con tiros fallidos. Si el Gobierno encuentra esa llave, la ecuación cerraría mucho mejor. En definitiva, Cristina y Gioja confluyeron en necesidades: la Presidenta mostrándose popular y querida frente a las cacerolas que reclamaban sangre. Y el Gobernador sacando chapa K otra vez, como hacía mucho no ocurría. Negocio redondo para ambos.
