Cuando en un sistema social y político las ideas son superadas por las ideologías la integridad del mismo sistema se corrompe. Para sostener esta tesis sólo basta con realizar un cuestionario completo y orientador sobre cuáles son los ideales que un ciudadano tiene al momento de velar por la justicia, la seguridad, el derecho, la educación, el trabajo, la libertad, la ética, la convivencia social, los recursos naturales y materiales de nuestro suelo, la fauna, la flora y el medio ambiente.
La idea es el principal componente de nuestro conocimiento y se sitúa en la base misma de la intuición. Luego, por ella, la visión y percepción del mundo nos es revelada casi inmediatamente. Es por ello que el sentido común siempre está presto a ser evocado por la persona en cualquier situación que pueda surgir. Desde este punto de vista hemos verificado que los ideales que encierran un profundo lazo ético y moral están presentes en cualquier circunstancia que un ciudadano tenga que enfrentar, máxime cuando la vida, la familia, la paz, el trabajo y la educación se comprometen.
Para dar mayor claridad al planteo diremos que cuando se afirma "…el pueblo siempre tiene la razón”, con ello se afirma que un pueblo entero jamás puede caer en la ingenuidad y menos aún ante cualquier hecho dejar de sostener la justicia, la equidad y la ley. Por ello cuando se testifica a favor del pueblo se incluye en él a la totalidad de sus habitantes, ya sean estos por decirlo así, de clase social baja, media o alta. Entonces, es válido aseverar y confirmar la tesis inicial pues, como el pueblo gobierna a través de sus representantes son estos mismos los que deben hacerse eco de sus requerimientos y reclamos pues sus ideas o bien ideales, no están viciados de ninguna ideología. Por lo tanto pretender hacer creer por cualquier medio que un pueblo está en una ideología determinada o adhiere o debe adherir a ella y por ello extender tal pensamiento a toda una ciudadanía es lo más perverso que en política puede ocurrir.
La tesis sostenida de que "cuando en un sistema social y político las ideas son superadas por las ideologías la integridad del mismo sistema se corrompe” se sostiene una y otra vez. Su confirmación es de fácil asimilación por cualquier ciudadano y ante cualquier pretensión de interés que supere el propio interés del bien común, pues, gobernantes y político deberán demostrar que sus programas o proyectos políticos -en su propia implementación-, no afectan intereses de unos y otros sino que beneficia a todos.
Creemos que con este simple pero demostrado aporte cada habitante de este suelo puede hacer una eficaz lectura, no sólo cuando deba emitir un voto o cuando acepte una propuesta de gobierno, sino fundamentalmente cuando al momento de convivir y peticionar a las autoridades haga o logre hacer valer sus derechos ante cualquier pretensión de quienes conducen su propio destino ya que ante todo está el poder ciudadano y la familia -que aunque vulnerada constantemente por el consumismo y las políticas dominantes como así también atacada por diversas ideologías- sigue y seguirá siendo la célula fundamental de nuestra sociedad.
Si bien es cierto que nuestra vida social no escapa a los imperios de la crisis mundial, no se puede concebir esta situación para sostener como justificativo, políticas locales, regionales y nacionales aplicadas, pues de mantenerse tal afirmación, bajo ningún concepto podemos sustentar nuestra propia autodeterminación y menos aún en materia económica o monetaria.
Nuestro país nos pertenece, nuestro suelo nos pertenece, nuestro trabajo nos pertenece y nuestros reclamos también nos pertenecen. No es correcto ni ético pero sí aberrante sostener que por ejemplo "un padre le resta una cucharada de comida a su hijo mayor para alimentar a su hijo menor y menos aún que aquel deja de comer para alimentar a sus hijos”, pues si es así tarde o temprano ese padre morirá y la familia entera caerá. Cualquier política pública cuya ideología popular descuide a todos y cada uno de los sectores de la sociedad, no sólo cae en ideologías sino que además tiene pretensiones que el ciudadano común aunque no pueda advertir quizás devenga en su reacción. Pero tengamos cuidado porque aunque estos no puedan captar determinados lineamientos políticos, bajo ningún concepto y bajo cualquier otra forma en que aparezcan, se someterán a tolerancia. Recordemos que una sociedad no pierde el sentido común así porque sí y menos aún en un sistema organizado de gobierno. Por eso tengamos en cuenta las ideas sin caer en ideologías y sepamos valorarlas pues ellas no sólo favorecen la democracia sino que también garantizan la alternancia en el poder.
(*) Pedagogo. Filósofo. Escritor. Orientador educacional y periodista cultural.
