Hay razones fundamentales por las que Ryan, una estrella de los ultraconservadores del Tea Party y más conocido por sus propuestas de recorte presupuestario y de línea dura en materia inmigratoria, tendrá grandes dificultades para ayudar a Romney a resolver su problema con los votantes latinos.

Ryay no es Marco Rubio, el senador republicano cubanoamericano de Florida, ni tampoco es Rob Portman, el senador de Ohio y ex representante de Comercio de Estados Unidos, quienes hablan español con fluidez y que figuraban entre los favoritos para ser compañeros de fórmula de Romney. Rubio o Portman podrían haber ayudado a Romney a conquistar estados indecisos que serán cruciales para ganar las elecciones de noviembre, y podrían haber hecho campaña nacional hablando en español a las audiencias latinas. Ryan, en cambio, tiene poco y nada de llegada a los hispanos.

Según una encuesta realizada en junio por USA Today/Gallup, el presidente Obama ya derrotaba a Romney por 66% contra 25% entre los votantes latinos. Es el número más bajo de un candidato republicano entre los latinos en los últimos 16 años. El ex candidato republicano John McCain ganó el 31% del voto hispano en 2008, y el ex presidente George W. Bush conquistó el 40% en 2004.

Aunque el voto hispano es en su mayoría joven y no está muy preocupado por temas relacionados con la salud, los avisos publicitarios de Obama según los cuales Ryan reduciría drásticamente los servicios médicos gratuitos seguramente perjudicarán a la fórmula republicana entre los latinos de Florida, que tiene una gran población de hispanos jubilados.

Ryan se opone a la legalización a unos 11 millones de indocumentados. "No apoyo la amnistía para los millones de inmigrantes ilegales que ya viven en Estados Unidos”, dice Ryan en su sitio web del Congreso. Tampoco explica qué haría respecto de los indocumentados, lo que sugiere que podría apoyar la fórmula de "autodeportación” de Romney, una propuesta que haría la vida imposible a los indocumentados para que se vayan voluntariamente de EEUU.

También Ryan se opone a la Dream Act, un proyecto de ley masivamente apoyado por los hispanos que blanquearía la residencia a más de un millón y medio de estudiantes indocumentados que fueron traídos de pequeños. Aunque muchos de ellos ya recibieron de Obama una residencia temporal de 2 años, su estatus legal a largo plazo permanece en el limbo.

Romney sostiene que nada de esto importará el día de las elecciones, porque la mayor preocupación de los hispanos será la economía, un tema en el que Romney tendría una gran ventaja. Además, los republicanos dicen que las encuestas nacionales no significan nada, porque la elección se decidirá en un puñado de estados indecisos, como Florida y Ohio, en los que Romney obtiene mejores resultados entre los hispanos que en otros que ya se sabe votarán por los demócratas, como California o Nueva York.

Mi opinión: La decisión de Romney de escoger a Ryan, que se produjo poco después de que Romney realizara su gira de política exterior por Europa e Israel sin hacer siquiera una parada simbólica en México, empeorará aún más el problema de los republicanos con el voto latino. Pareciera que Romney ya tiró la toalla con el voto hispano, lo que tal vez termine siendo el peor error de su campaña, y una bendición para Obama.