Mientras el calendario va dejando paso a la habitual temporada de siembra, el trigo está otra vez, como el año pasado, ante un manto de incertidumbre. Luego de que en la campaña pasada la cosecha cayera casi 50% y más de 1,16 millones de hectáreas la superficie cultivada, el futuro ciclo tiene una incógnita que asusta.

Entre proyecciones de que podría implantarse el área más baja en más de cien años y de que la Argentina se aproxima a un horizonte de importación, el panorama es desalentador. Con una de las intenciones de siembra triguera más bajas desde hace un siglo y después de tres campañas de precios intervenidos por el Gobierno, el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) estima que en la campaña 2009/2010 no habría saldo exportable del cereal por primera vez en décadas. Esta noticia se comunicó a los asistentes al congreso "A Todo Trigo" que se realizó recientemente en Mar del Plata y que concentró a todos los eslabones de esa área productiva. La noticia significa que se volvería a la situación de 1890, el último año en que el país no exportó el cereal que fue un emblema del modelo agroexportador argentino en las primeras décadas del siglo XX. El siguiente peor registro de la historia es el de 1952, cuando a consecuencia de una grave sequía, el país exportó sólo 63.000 toneladas.

Como en la campaña pasada, varios problemas ponen al trigo en una crítica situación. Por una parte, en el sudeste y el sudoeste bonaerense, donde se realiza casi el 30% de la siembra del país y el 60% de la producción, los productores soportan una dura sequía. Allí falló la recarga de perfiles que solía ocurrir durante marzo y abril, y ahora las chances de siembra se complican. En el Sur la siembra se realiza desde mediados de junio a hasta principios de agosto. Por otro lado, el cereal sigue con un mercado políticamente intervenido, con cierres de exportaciones. Como si esto fuera poco, las retenciones (23%) siguen complicando la ecuación de rentabilidad.

Pero, además, el productor tiene un horizonte de precios bastante más bajos que los del año pasado, que no lo incentiva a sembrar. En líneas generales se proyecta que el área se reducirá en más de un 20 por ciento. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima que se cultivarán 3,7 millones de hectáreas, 18,6% menos que en el ciclo anterior, lo que sería una baja histórica.

Es de lamentar que Argentina, caracterizada por ser el granero por excelencia, con capacidad para proveer la mesa de los argentinos y del mundo, viva esta situación por la nociva obstinación del Gobierno contra el sector del campo.