La minería tantas veces criticada, desde sus aciertos pero también desde sus errores, nos ha brindado a partir del lamentable accidente en la mina San José, en Chile, una extraordinaria lección. Nos ha demostrado que la "conciencia minera" no constituye un sentimiento, ni incierto ni sospechoso, representa una forma de imaginar y concebir el futuro y bienestar, desde las propias oportunidades que nos brindan los recursos que nos ha concedido la naturaleza. Por esta razón hemos observado un pueblo conmovido pero unido, solidario y hermanado, que jamás perdió el respeto, las formas, ni las esperanzas, porque siempre entendió que el objetivo que formaba parte de una causa común y nacional, era por sobre todo tipo de circunstancias, el rescate de los mineros.

El pueblo de Chile ha demostrado, la grandeza de su clase política y dirigente que asumió con absoluta determinación, que el objetivo solo lo constituían tres prioridades: intentar ubicarlos, luego sostenerlos y prepararlos y finalmente rescatarlos. Se recurrió a todo cuanto se estimó necesario para salvarlos y las autoridades no sólo fueron los artífices de la solución, sino que desplegaron toda esa vocación, en el mismo lugar de los hechos. Los legisladores por otra parte, no dilapidaron su tiempo en endilgarse culpabilidades, sino que en deliberar respecto a los temas en que se debe legislar, para evitar la impunidad y asegurar que estos hechos nunca se repitan.

Pero la minería desde sus propias realidades aportó también lo suyo. Todo cuanto fuimos capaces de observar, estuvo relacionado de una u otra forma con la minería. Las unidades de transporte, las estaciones de sondaje, las perforadoras, los elementos de perforación, rescate, ventilación, iluminación, comunicación, filmación, etc., no hubiesen sido posible sin la minería. Los helicópteros utilizados en el traslado, los hospitales, el equipamiento médico; la utilización de las más avanzada tecnología que posibilitó el rescate y que permitió que cientos de millones de personas hayan observado en tiempo real este acontecimiento, paradójicamente no hubiera sido posible sin la existencia de la minería, sus minerales y los metales.

Todo esto debería hacernos reflexionar en cuanto a lo que realmente representa esta actividad minera, porque este hecho lamentable que ha desnudado situaciones que debemos saber interpretar y advertir, ha demostrado también, que desde el momento en que el hombre se valió de los metales para fabricar los primeros utensilios hogareños y sus primeras herramientas de defensa y de trabajo, la minería, se ha constituido en un factor de desarrollo irremplazable: para el progreso de la humanidad, para el desarrollo del conocimiento del hombre, para una evolución que se expresa en el progreso y bienestar que con todos sus aciertos y desaciertos ha experimentado la humanidad y que se manifiesta, en el enorme desarrollo y avance tecnológico e industrial, que caracteriza en la actualidad a nuestro mundo contemporáneo.

Con la misma sinceridad con la que manifiesto mi alegría por este increíble rescate, no puedo dejar de señalar mi preocupación, por las causas que generaron este hecho. Porque aun reconociendo que los accidentes incluyendo la fatalidad, son parte de la realidad y el sacrificio que nos impone el ejercicio minero, no se puede soslayar que este accidente forma parte de la insensatez que muchas veces es provocada, cuando los criterios productivos, de prevención y de seguridad minera, son avasallados por los objetivos económicos y de rentabilidad que muchas veces persiguen en forma desmedida, algunas empresas mineras.

La realidad de Mina San José a dejado al descubierto, que este accidente se relaciona exclusivamente a un problema de control, supervisión y de seguridad minera. Un problema que muestra claramente, que el sector de la Pequeña Minería que desde una Política Minera Nacional es quien más debe defenderse y cautelarse, representa en nuestros países mineros latinoamericanos, el sector que más reclama de una legislación minera actualizada y moderna, que siga defendiendo a la actividad minera como una clave fundamental para resolver nuestros problemas de pobreza.