Según un estudio reciente del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), los alumnos argentinos son los que más repiten en la secundaria, al comparar las políticas y los resultados educativos en América latina entre 2000 y 2015. El índice de repitencia fue aumentando durante la última década, como consecuencia de la ampliación de la matrícula.
Las mayores dificultades están en el primer y segundo año de ese nivel, donde repite hasta el 15% de los chicos, aunque a medida que avanzan en la escolaridad, la cantidad desciende: el promedio de los últimos tres años ronda el 6,7%, indica el informe. En la primaria también hay altas tasas, sobre todo en 6to y 7mo grado, y lo peor que ocurre es que repetir de año no hace que los chicos aprendan más, sino todo lo contrario, de acuerdo a un estudio del ministerio de Educación. Por eso no sorprende que los alumnos de 6to grado que alguna vez repitieron, obtengan resultados 10% inferiores en las pruebas de conocimientos.
La repitencia tiene un origen social porque afecta más a los pobres. La propuesta pedagógica no los contiene debido a la obsoleta organización del nivel medio. Por eso se requiere una renovación de los planes con el seguimiento de los alumnos de bajo rendimiento y estrategias preventivas, lejos del facilismo de la promoción automática como solución.
Es decir, reemplazar la repitencia con nuevas prácticas pedagógicas y modelos de organización institucional que logren desafiar y apasionar a los alumnos con motivaciones que los mantengan en la escuela. El problema es complejo, pero con soluciones realizables a partir de un replanteo político-educativo.
