En una reciente visita a la Argentina, Marcelo Giugale, Director de Política Económica y Programas de Reducción de Pobreza del Banco Mundial para América latina, señaló que uno de los impactos de la crisis económica de los países centrales sobre el subcontinente, es una disminución en el flujo de remesas enviadas por los emigrantes.
Según Giugale, los 20 millones de latinoamericanos que viven en el exterior, enviaron unos 60.000 millones de dólares hacia América latina en 2008. La tercera parte de esa cifra fue a México. Este volumen podría caer hasta un 8% en 2009 y es posible que no mejore mientras no se recupere la industria de la vivienda los países del G-7.
Como contracara del proceso emigratorio hacia los países más ricos, que América latina sufre desde hace tiempo, la región pasó a ser el área del planeta que mayor cantidad de fondos recibe en concepto de remesas. La emigración tiene consecuencias muy importantes en la economía de los países de origen y de destino.
México es el mayor receptor de remesas en América latina, lo cual se explica por la presencia de 10 millones de personas nacidas en ese país, radicadas en los EEUU.
Dentro de la región, las remesas tienen mayor incidencia en las economías de los países de América Central y algunos del Caribe. Por ejemplo en Honduras y El Salvador, las remesas equivalen a cerca del 20% del PBI.
En la Argentina de los años 90 se giraba al exterior más dinero del que ingresaba por remesas, pero esa tendencia se revirtió a partir de 2000. En el 2007, ingresaron 542 millones de dólares y salieron del país 367 millones en concepto de remesas. Estas transferencias de dinero se incluyen en el balance de pagos del país.
Teniendo en cuenta que las remesas son útiles para aplacar los efectos de la pobreza y apuntalar el consumo en los países receptores, no son pocas las voces que plantean abaratar el costo de las transferencias, particularmente en un marco de menor crecimiento económico.
