No es habitual que dos ministros del Poder Ejecutivo nacional pisen suelo sanjuanino en cuatro días. Tampoco es común que el jefe de todos ellos dé entrevistas a este diario, como lo hizo Marcos Peña esta semana. "Es campaña", dijo el precandidato a senador por el oficialismo sanjuanino, Rubén Uñac, al intentar titular la avanzada de Cambiemos. Tanto la movida macrista como la respuesta del mayor de los Uñac son razonables, ya que ocurren en medio de una elección y en un contexto raro, distinto, casi único en la historia de San Juan: uñaquistas y macristas son amigos de gestión, pero a la vez, rivales políticos. Se cuidan mucho al criticarse, pero a veces la emoción de ganar los supera.
Desde hace unos diez días, más o menos, se vienen criticando bastante más que en otros momentos, y se nota la diferencia de pensamiento entre unos y otros: Sergio Uñac amagó con ir a la Justicia por la polémica quita de pensiones y también se quejó de la atención del PAMI, el alfil macrista Eduardo Cáceres criticó con dureza las estrategias políticas del PJ, y hubo entre jueves y viernes una extraña polémica por el monto de la deuda que tiene la Nación con San Juan por viviendas. Ojo, el agua nunca va a llegar al río, pero por más que se quieran mucho, son una pareja destinada a la separación.
Lo de la plata de las casas es al menos extraño. Rogelio Frigerio; ministro del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación, le dijo el jueves a este diario que este mes habían girado $242 millones para ir saldando la deuda por viviendas con la provincia. Y que habían unos $600 millones más en redeterminación de deuda, es decir, $842 millones en total. La provincia viene reclamando más de $900 millones, según declaraciones del ministro de Hacienda de la provincia, Roberto Gattoni. Pero el día viernes funcionarios de Frigerio corrigieron los datos que habían dado inicialmente y dijeron que la deuda era solamente de $242 millones. Trascendió de funcionarios sanjuaninos, quienes prefirieron resguardarse, que el Gobierno de la provincia no tenía intención de pelearse públicamente con Frigerio. Y mucho menos con el funcionario en San Juan. Y también se les escapó a los macristas que ellos tampoco querían conflictos. Pero la provincia sigue insistiendo en que la deuda por casas ya llega casi a los 1.000 millones de pesos, una cifra demasiada alta para los tiempos que se viven. En definitiva, la provincia seguramente seguirá reclamando las deudas, pero no de manera pública, no en los medios, porque armarían una pelea que podría escapárseles de las manos.
Antes Sergio Uñac amagó con ir a la Justicia por la quita injustificada e increíble que hizo la Nación a los pensionados por discapacidad. El tema lo puso en agenda el kirchnerismo, y el mandatario debió salir a responder. Se reunió con el juez Federal Leopoldo Rago Gallo para medir el futuro de una acción judicial si la gestión nacional no hacía marcha atrás. Finalmente Macri retrocedió y todo quedó más o menos en la nada. Más o menos porque aún hay gente que se queja por haberse quedado sin el beneficio.
Después y por otro tema Rubén Uñac fue un poco más contundente al decir que la visita de Frigerio y el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, en la misma semana es "campaña". Todo el mundo lo sabe, y todo el mundo lo piensa, el que se sorprenda con esa frase es ingenuo, o se hace. Por supuesto suena distinto en boca del hermano del gobernador. En esa misma entrevista, Uñac le respondió a Eduardo Cáceres, el alfil Pro en San Juan, quién había acusado al Gobierno provincial de armar la candidatura de Mauricio Ibarra para dividir votos. "Son códigos, no sólo políticos, sino de vida. Y decir estas cosas me parece que son golpes bajos, conmigo no van, no admito ese tipo de cosas. Yo sé lo que es hacer campaña, yo sé lo que son las chicanas políticas, pero de ahí a subestimar a otro candidato, me parece que no es serio", retrucó Uñac. Si hay algo que Rubén tiene muy claro es la vorágine de las campañas, el poner la oreja en la calle, en las críticas de los ciudadanos de a pie y las que vienen del peronismo.
Rubén mira todo con los ojos de un peronista. A cada acción de Gobierno le aplica el filtro del partido, si coincide o no con las banderas del peronismo, si las pone en duda o si las favorece. Esos son los códigos que el mayor de los Uñac no está dispuesto a romper, y por eso sufrió tanto la interna. Es más, fue el que más la sufrió. Hoy está más tranquilo, pero no deja de dudar hasta de su sombra, como corresponde a los tiempos políticos que se viven. Sabe que no puede poner en riesgo la gobernabilidad de su hermano, pero también sabe que siendo candidato está en la obligación de ir un poco más allá, fundamentalmente cuando la Nación se equivoca. Hasta ahora no le erró a la violencia del tiro, pero aún falta mucho.
Los ejemplos que se describen son reales y sirven para describir la tirante relación política entre macristas y uñaquistas, que se va a ir poniendo peor a medida que avance la campaña. Sobre todo si el macrismo continúa equivocándose. Marcos Peña es un claro ejemplo de equilibrio.
Y queda claro en la entrevista que le dio a este diario. Peña es una especie de pulpo que maneja todo con mucho sigilo, e intenta llevar adelante los errores de sus compañeros al mejor puerto posible. Pero claro, la coyuntura de gestión lo sobrepasa, porque el no rotundo que le dio a la promoción industrial y a subsidiar los fletes, seguramente estará en el foco de las críticas de los empresarios en éstos días, y el gobierno de la provincia deberá salir a defenderse. Veremos quién gana el capítulo que se viene.