Son adicciones todas las dependencias o relaciones obsesivas con algún tipo de comportamiento u objeto, que toma progresivamente el control de la vida de la persona. En este sentido, puede hablarse de adicción a comportamientos sexuales. A diferencia de otras adicciones, la dependencia sexual puede adoptar múltiples formas: desde la masturbación compulsiva a los abusos sexuales, pasando por relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentros con personas desconocidas, recurso continuo a la pornografía, prostitución o líneas eróticas, exhibicionismo, pedofilia, turismo sexual, etc.
El comportamiento compulsivo sexual se gesta, en la mayoría de los casos, en la mente, donde las fantasías sexuales y los pensamientos eróticos se convierten en engañosas válvulas de escape de los problemas laborales, las relaciones rotas, la baja autoestima o la insatisfacción personal. Ya existen en varios lugares de los Estados Unidos. programas para el tratamiento de las adicciones sexuales, para aquellos individuos que caen en conductas compulsivas desordenadas, llamados sexólicos, que rápidamente se están extendiendo en nuestro tiempo.
El individuo vive atrapado en la dependencia sexual, relacionada principalmente con la pornografía (en particular, por Internet), con la masturbación, con la pedofilia, con la homosexualidad, etc. La adicción sexual es una esclavitud en la que vive atrapada la persona, caracterizada por: 1) el carácter obsesivo-compulsivo de una determinada conducta sexual; 2) realización repetida del comportamiento con tendencia a aumentar la intensidad, el tiempo o el número de actos; 3) cambio en los demás ámbitos de la vida que comienzan a ser sacrificados por causa de la conducta adictiva.
En la adicción sexual, la persona ha perdido el control de su comportamiento, a pesar de haber intentado frenarlo con poco o ningún resultado positivo. La adicción sexual es una enfermedad progresiva, y en la medida que progresa, la obsesión sexual toma más control de la vida de la persona y ésta necesita gastar cada vez más tiempo y energía en la actividad sexual.
¿Cómo se forma la adicción? La repetición de una conducta sexual desordenada genera con el tiempo, un hábito malo o vicio o costumbre (consumo de pornografía, práctica masturbatoria, consumo de prostitución, travestismo, etc.). Cuando un vicio se arraiga en la persona, empuja fuertemente a obrar de una determinada manera. Esta es la raíz de la adicción, la que se instaura cuando la persona es ya incapaz de dominar sus inclinaciones desordenadas a pesar de sus esfuerzos. Se puede decir que la adicción es un vicio que se ha convertido en patológico: la persona se vuelve incapaz de detener esta conducta.
Cuando un vicio (por ejemplo, la masturbación) está arraigado en la persona y la empuja a obrar de una determinada manera, pero ésta, ordinariamente, puede resistir (aunque con esfuerzo) a sus inclinaciones, no estamos ante una adicción, aunque sí ante el inicio de la misma. Si ese vicio sigue arraigándose más y más, el comportamiento se vuelve compulsivo. La persona repite una y otra vez su acción esclavizante, a pesar de que no quiera ya hacerlo. Entre el comportamiento sexual inmoral aislado, el vicio (lujuria) y la adicción, hay un corto trecho, dependiendo de las características personales del sujeto.
No es que el sexo sea una realidad mala (ya hemos hablado de su necesidad y bondad en el plan de Dios) mientras sea buscado castamente, es decir, como la expresión unitiva-procreativa del amor humano en el matrimonio. El amor sexual es la forma de expresión del amor humano en el matrimonio. Es que todo lo que tenga que ver con la lujuria, definida como búsqueda desordenada del placer sexual, es de suyo intenso, y por eso los comportamientos sexuales viciosos pueden arraigarse fuertemente en la persona, de manera obsesiva, quedando ésta esclavizada, incapaz de dominarse.
¿Cuál es el origen de la adicción sexual? Pueden concurrir varios factores: predisposiciones del sujeto, el ambiente familiar, influencias externas, etc. Vivimos en una sociedad liberal, amoral y permisiva, responsable también, sin lugar a dudas, de estas adicciones, dispuesta a disculpar y tolerar algunas de ellas (como la masturbación, las relaciones sexuales extramatrimoniales, la pornografía, la homosexualidad, el travestismo, etc.) pero que se rasga las vestiduras hipócritamente ante otros comportamientos anómalos, como sucede con la pedofilia, la violación, el exhibicionismo, el sadismo, etc.
A esto se suma el tremendo deterioro de la célula básica de la sociedad, la familia, produciendo niños "huérfanos" con padres vivos, por divorcios y separaciones, sin educación y abandonados por los progenitores, la violencia, maltrato y abuso infantil, el ambiente de inmoralidad en el que crecen muchos niños, etc. Las adicciones son fundamentalmente un problema de pobreza moral, un síntoma de la decadencia de nuestra cultura.
