El creciente interés acerca de la importancia de las montañas llevó a la Asamblea General de la ONU a declarar 2002 como Año Internacional de las Montañas y en 2003 declaró el 11 de diciembre como el Día Internacional de las Montañas. Hace un par de días de esta conmemoración que nos lleva a reflexionar. Casi mil millones de personas viven en zonas montañosas, y más de la mitad de la población del planeta depende de las montañas para abastecerse de agua, alimentos y energía renovable. Sin embargo, están amenazadas por el cambio climático, degradación de suelos, sobreexplotación y desastres naturales. Las consecuencias son potencialmente devastadoras y de largo alcance, tanto para sus comunidades como para el resto del mundo. Las montañas son los primeros indicadores del cambio climático. A medida que el globo terráqueo se calienta, los habitantes de las alturas, se enfrentan a más dificultades para sobrevivir. El aumento de las temperaturas también significa que los glaciares de montaña se derriten a niveles sin precedentes. Afectan los suministros de agua dulce de millones de personas. Los montañeses han acumulado, sin embargo, una gran cantidad de conocimientos y estrategias a lo largo de generaciones para adaptarse a la variabilidad climática. La FAO es el organismo encargado de la preparación y conmemoraciones del día (DIM), además de dirigir su observancia en todo el mundo. El programa de Ordenación de Cuencas hidrográficas y montañas del Departamento Forestal es el responsable de coordinar este proceso internacional.

Las montañas ofrecen agua dulce, energía y alimentos – recursos que escasearán en las próximas décadas.

Sin embargo, los que viven en ellas son muy pobres. Un tercio de la población de los países en desarrollo que reside en las montañas sufre inseguridad alimentaria y se enfrenta a la pobreza y el aislamiento. El reto está en determinar nuevas opciones sostenibles que beneficien a la gente de las montañas sin degradar los frágiles ecosistemas montañosos. En el mundo los ecosistemas montañosos se encuentran desde el ecuador hasta los polos y ocupan aproximadamente la quinta parte de la superficie de los continentes e islas. Además, cabe destacar que son fuentes de agua, energía y alimentos para casi la mitad de la población mundial. Debemos cuidar más que nunca nuestras montañas, ya que los sanjuaninos dependemos de ellas totalmente y las futuras generaciones también deben disfrutar de las montañas y vivir de ellas.

 

 

Por Martín Andrés Carelli
Profesor de Historia, docente de la UNSJ, Montañista.