Un señor de avanzada edad esforzadamente bajaba de su automóvil con la intención de abrir el portón de su garage y entrar con su vehículo, se acercó un individuo que ocasionalmente pasaba y le preguntó: ¿Necesita ayuda señor? Sin temor ni sospecha alguna le contestó: no gracias amigo. El transeúnte siguió su camino. En una cancha de fútbol disputándose un "clásico” se observaron muy pocos policías; finalizado el encuentro en que uno de los equipos se alzó con la victoria, los partidarios de ambos bandos se retiraron pacíficamente en paz, sin agresiones ni tumultos inclusive fuera del estadio. Dos ancianos se proponían cruzar la calle algo vacilantes -ella con cartera en mano- se acercaron dos jóvenes, los tomaron de los brazos y una vez en la vereda se alejaron. Una madre dirigiéndose a la maestra: "si mi hijo no se comporta en clase como es debido o le faltase el respeto, por favor aplíquele la sanción que corresponde”.

¿Utopías? No creo que lo expuesto no haya sucedido nunca: sucede, pero en la actualidad no es lo corriente. Surge la pregunta: ¿A qué factores debe atribuirse esta nueva manera de comportamientos y actitudes?

Violaciones por personas de inimaginables edades y condiciones, robos de celulares, motos y automóviles seguidos de muertes, amenazas a presidentes y jugadores de fútbol si no se ganan partidos, agresiones de alumnos a un compañero o compañera de mejores cualidades físicas o culturales y todo lo que el lector ya sabe dando paso a la locura de la sinrazón.

Refiriéndose incluso al Código Penal la mayoría de los expertos opinan y acusan: los que delinquen ¿son tratados con el vigor que merecen?

Estudiosos del tema no han vacilado en condenar con severos términos la glorificación y explotación del crimen, sexo y la sangre que se observan en muchas películas, juguetes infantiles etc. Es lógico que nos preocupemos por la contaminación ambiental, deforestación o una posible epidemia producida por un insecto o bacteria, pero los actos de agresividad cotidianos ¿no "contaminan” y "aspiramos” violencia transformándola en otro tipo de epidemia? Me pregunto si el delito debería ser reprimido con cierto vigor, la certeza de la impunidad o la condena leve impulsan a cometer faltas. Se advierte una clara y manifiesta crisis de autoridad en muchos hogares e instituciones; el permisivismo y el "dejar hacer” están carcomiendo dos pilares fundamentales en los cuales se apoya el normal desenvolvimiento de vida del ciudadano que se atiene a las elementales reglas de convivencia y no desea otra cosa que vivir sin sobresaltos sabiéndose protegido por leyes que si bien existen pareciera que no son suficientes.

Debería realizarse un amplio programa de reeducación social desde las mismas bases e insistir sobre este punto. Muchos padres consideran que su papel se limita a brindar a sus hijos todo el confort posible, pero no es solamente eso ya que les compete vigilarlos tanto como a sus amistades, estudiar sus reacciones, ser confidentes, y por sobre todas las cosas dialogar. Una legislación que fomente la conducción de grupos de adolescentes hacia sanas formas de diversión y esparcimiento, pero también demostrar -conclusiones según especialistas reunidos en París en octubre de 2013- que "cualquier acto de tipo delictivo debe ser racionalmente sancionado, caso contrario será invariablemente repetido”. Lo realmente peligroso es que se termine aceptando este estado de cosas como una forma de vida y, como sucede a menudo, el "gracias a Dios que no nos golpearon o lastimaron” sean frases con un alto contenido de conformismo.