La reciente celebración del Día de la Madre vino a confirmar la percepción de que Argentina estaría cerca del fin de la recesión, si se observa la recuperación de los niveles de consumo, los primeros indicadores de la salida de una crisis.
Se han estabilizado las ventas dentro de la coyuntura, además de los picos de ventas puntuales, como las de la última semana. El relevamiento de una consultora privada revela que las ventas de alimentos, bebidas y el resto de los artículos de la canasta básica tuvieron un aumento en volumen del 2,7% en el tercer trimestre del año, en lo que constituye la mayor suba de 2009 en el país. Claro que si se discriminan los datos por mes, se observa que septiembre registró la peor performance del período, con una suba de sólo el 0,2% por una circunstancia puntual.
La consultora porteña CCR sostiene que los resultados del tercer trimestre de este año se explican por el fuerte aumento en las ventas de julio, debido al temor a la gripe A. La psicosis por la epidemia, en las grandes ciudades, llevó a la gente a recluirse en sus hogares, impulsando en julio las ventas de alimentos con un salto interanual en volumen del 7,1%, lo que no se daba desde los mejores momentos de 2007. Este repunte de consumo fue captado principalmente por las grandes cadenas de supermercados, que en el tercer trimestre de 2009 tuvieron un aumento del 3,6% en volúmenes de ventas, a costa de afectar su rentabilidad por los descuentos ofrecidos con diferentes modalidades de pago.
De todas maneras, si bien el mayor consumo es un buen síntoma, porque la situación económica ha empezado a mejorar para muchos sectores y no se ve lejos -ni aquí ni en el mundo-, el fin de la recesión, todavía no se resuelve el problema estructural. Los empresarios siguen dudando de invertir en la Argentina porque la situación económica no es proporcional a la política. No hay alicientes para incentivar la inversión: el país no es confiable por la inseguridad jurídica y la imprevisibilidad del gobierno. Es la gran diferencia con la situación que existe en Brasil, Chile y también en Uruguay y Paraguay, donde enormes inversiones acompañan a la recuperación de la economía.
