La Sociedad Israelita de Beneficencia de San Juan condenó la ola de atentados terroristas contra civiles israelíes indefensos, con la dolorosa pérdida de numerosas vidas humanas, perpetrados en diversas ciudades del Estado de Israel. Atento a la perversa dinámica de los hechos posiblemente al momento de publicación del presente serían necesarias nuevas líneas para condenar a quienes justifican lo injustificable, como son los crímenes a sangre fría como acción de reivindicación.

Algunas informaciones refieren a acciones ejecutadas por jóvenes palestinos influenciados por agrupaciones terroristas, otras refieren a acciones individuales no apoyadas operativamente por organizaciones terroristas pero reivindicadas por ellas. Pero de una forma u otra se han producido una enorme cantidad de ataques a ciudadanos israelíes con cuchillos, piedras, bombas Molotov y los han embestido con vehículos. El inicio de este accionar violento no se vincula en su origen a acciones militares del ejército de Israel en áreas en disputa, tampoco al tradicional eje de discusión sobre la ubicación de poblaciones judías en espacio geográfico reclamado por la autoridad palestina.

Los hechos violentos en Belén, Jerusalén y otras ciudades (desde el día de hoy convocados por el movimiento radical Hamas) parten de una acción de carácter religiosa, no territorial.

Estamos en el marco de las primeras acciones de grupos árabes palestinos (en mucho tiempo) que aparentemente no nacen como reclamo territorial, sino como acción religiosa.

El origen de esta reacción surge en las vísperas del Año Nuevo judío, donde miembros del Movimiento Islámico en Israel se atrincheraron, armados, en la mezquita Al-Aqsa, a la espera de que religiosos judíos fuesen a rezar a la explanada que las alberga para atacarlos. (Las mezquitas fueron construidas sobre las ruinas del templo hebreo edificado por el rey Salomón). La Policía israelí los dispersó y desde allí en diferentes medios en Gaza y Cisjordania se empezó a generar el mensaje de la necesidad de proteger a las mezquitas santas del islam de la voluntad de los judíos de dañarlas y restringir el acceso a ellas. Días después, el presidente palestino, desde el podio de las Naciones Unidas, le expresó al mundo entero que los Acuerdos de Oslo (los que rigieron las relaciones palestino-israelíes por los últimos años) estaban caducos. Tras ello las principales autoridades de Hamas empezaron a transmitir a la población que era inminente que el gobierno del Estado de Israel analizaba cambiar el statu quo entre musulmanes y judíos, en la (Explanada de las Mezquitas para los musulmanes); (Monte del Templo para los judíos). En Jerusalén dio lugar al inicio de acciones a las que refiere el presente. En este espacio a la fecha acceden a rezar solamente los musulmanes, salvo pocas ocasiones como la señalada en las que pueden entrar judíos.

Es importante generar un espacio de diálogo entre los líderes políticos y religiosos de la región y de otras latitudes ya que se está empezando a generar, como no ocurría hace tiempo, el primer ciclo de violencia que está creciendo en forma exponencial partiendo de un rechazo al otro, a la posibilidad de convivir en forma fraterna y se está alentado a la acción contra el otro invocando el nombre de Dios. La historia de la humanidad nos recuerda cuantas tragedias se han vivido cuando hombres se han alzado contra hombres, invocando el mensaje del señor y la necesidad de actuar contra el otro en nombre de la fe.

En el día de hoy en el marco de la convocatoria a "otro día de la ira”, un grupo de jóvenes palestinos que participaba de una protesta prendió fuego con bombas Molotov la tumba del patriarca José en la ciudad de Nablus. En la tradición bíblica, José era el hijo Jacob que sirvió al faraón de Egipto, cuya historia ocupa un lugar destacado en la biblia y que con su inteligencia y generosidad aprendió a perdonar a sus hermanos y a servir a un pueblo que le fue extraño al principio.

La historia de José, nieto de Abraham es estudiada en el marco de espacios judíos, cristianos e islámicos. Nuestros niños escuchan la historia de las épocas de vacas gordas y de las vacas flacas, como mensaje de prudencia y de entender que en los tiempos de abundancia hay que ser previsor para los tiempos de carencia.

La acción violenta contra civiles indefensos requiere una condena por parte de todos, a la vez que anhelamos que se construya el diálogo como espacio de encuentro con el otro, para que la abundancia llegue como camino de paz permanente.