El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha reiterado, en declaraciones públicas, el avance significativo del Mercosur, a partir de la Cumbre que se desarrolló en nuestra provincia, con resultados positivos respecto a diversos frentes.
El primero es el de la consolidación de la alianza estratégica entre Argentina y Brasil, lanzada con los acuerdos Alfonsín-Sarney, en sus aspectos sustanciales ella se mantiene inalterable transcurrido un cuarto de siglo. Se sostiene en la confianza recíproca en relación a los múltiples desdoblamientos del desarrollo nuclear de la Argentina y del Brasil, y en la valoración de la cooperación mutua en ese campo.
El segundo frente es el del desarrollo de todo el potencial del Mercosur. Se sabe que es un proyecto multidimensional y de largo plazo. Al igual de lo que es evidente hoy con la Unión Europea, el Mercosur no responde a ningún modelo de libro de texto ni de otras regiones. Es un intento de trabajo conjunto entre un grupo de países, que procura responder a peculiaridades, intereses y realidades propias de esta región. En la práctica no es fácil lograrlo y, por ello, siempre parecerá incompleto y distante de cualquier idealización.
La Cumbre de San Juan ha permitido lograr, entre otras cuestiones relevantes, un progreso significativo en el desarrollo de elementos que habían quedado pendientes desde que en diciembre de 1994 se aprobó en Ouro Preto el arancel externo común. Ellos son el Código Aduanero, la eliminación del doble cobro del arancel externo y la distribución de la renta aduanera. Lo acordado en los tres temas ha implicado conciliar intereses y visiones distintas. En su etapa final, requirió creatividad técnica y una buena dosis de voluntad política. Lo obtenido en San Juan no implica haber concluido con la tarea, pero debe considerarse un claro éxito de la presidencia que la Argentina ha ejercido en el Mercosur en el primer semestre de este año.
El tercer frente de acción es el de las negociaciones comerciales internacionales del Mercosur con terceros países. Aquí se firmó un nuevo acuerdo de libre comercio. Se ha planteado la necesidad de privilegiar negociaciones bilaterales que requerirían cambiar normas sustanciales del Mercosur, y que podrían conducir a un deterioro de la necesaria confianza recíproca, en todos los planos, que es la base de sustentación de la idea de alianza estratégica impulsada en el último cuarto de siglo. De ahí la importancia de señales que han surgido con nitidez de San Juan en relación a las negociaciones birregionales con la Unión Europea que han sido recientemente relanzadas.
