En Estados Unidos el precandidato presidencial Mitt Romney tendrá dos graves problemas si, como se espera, gana la nominación del Partido Republicano para las elecciones de noviembre: su pasado en el mundo de los negocios y el voto hispano. Aunque la mayoría de los medios se concentra en el primer aspecto, el más grande será el segundo.
Los analistas políticos recuerdan a Romney como ex presidente de Bain Capital, la firma de inversiones que según sus críticos compraba empresas débiles y despedía a miles de trabajadores mientras ocupó ese cargo. A los directores de campaña de Obama se les hace agua la boca ante la posibilidad de usar esa línea de ataque contra Romney. En un momento en que el alto desempleo es el principal problema, y cuando Romney se presenta a los electores como un líder empresario que podría hacer resucitar a la economía, pintarlo como un destructor de empleos sería una estocada al corazón del discurso republicano.
Romney podría defenderse afirmando que Bain Capital creó más empleos de los que eliminó, y alegando que la mayoría de las empresas que tomó a su cargo terminaron mejor que antes. Sería un debate sobre cifras -estadísticas de los críticos contra los defensores de Romney- que podría terminar en un empate, neutralizando la campaña descalificadora. Pero conquistar el voto hispano será mucho más duro, porque la lucha se dará en el terreno de las emociones, más difícil de manejar que las estadísticas. Según una encuesta de la cadena Univisión, Romney no tiene muy buena imagen entre la mayoría de los hispanos y reveló que si las elecciones se realizaran hoy, Obama derrotaría a Romney por un 67 por ciento.
La opinión generalizada de los encuestadores es que ningún republicano podrá llegar a la Casa Blanca con menos del 40% del voto hispano. George W. Bush ganó en 2004 con el 40% del voto hispano. En 2008, el republicano, John McCain, un moderado en temas de inmigración, obtuvo el 31% del voto hispano, y perdió las elecciones.
¿Acaso Romney podrá conquistar el 40% del voto hispano, cuando en sus esfuerzos por conquistar a la extrema derecha adopta posturas mucho más duras en materia inmigratoria que las de McCain en 2008? Romney se manifiesta firmemente en contra de la reforma inmigratoria que ofrecería una vía hacia la ciudadanía a los inmigrantes indocumentados que han vivido aquí durante décadas. También se opone al "’Dream Act”, la propuesta que permitiría a los jóvenes indocumentados que llegaron pequeños, conseguir estatus legal si van a la universidad o se integran al ejército.
Mi opinión: si Romney gana la nominación republicana, tendrá que hacer algún cambio drástico para ganar el voto hispano. Moderar su discurso y decir que su padre nació en México no será suficiente: hay demasiado metraje de TV donde aparece criticando a los trabajadores hispanos indocumentados y a sus hijos. Romney podría elegir al senador Marco Rubio, de Florida, como compañero de fórmula, con la esperanza de captar el voto hispano. Pero Rubio se opone a una reforma inmigratoria, está en contra de la Dream Act, y ha apoyado la draconiana ley inmigratoria de Arizona. La mejor carta de Romney para captar el voto hispano sería elegir al ex gobernador de Florida Jeb Bush, que es popular y ayudaría a los republicanos a ganar el Estado, habla español fluidamente, está casado con una mexicana, y es mucho más moderado que Romney y Rubio en materia inmigratoria.
Como están las cosas, Romney no puede triunfar. Sólo un empeoramiento de la economía puede derrotar a Obama.
"LA DRÁSTICA retórica de Romney contra los indocumentados latinos en los recientes debates republicanos hace que muchos hispanos piensen: este hombre no nos quiere nada”.
