El tema patrimonio cultural me preocupa como "sanjuanina de pura cepa” que soy. Estamos acostumbrados a decir "niñito”, "yerbiado”, "sopaipilla”, "semita”, "dormir la siesta”. Son palabras que nos identifican y que forman parte de nuestra cultura provinciana. Su utilización, sin darnos cuenta, casi inconsciente, es lo que forma el patrimonio cultural intangible. 

Nuestra identidad en definitiva es la que da cuenta de alguna cantidad de cosas, que me gustaría repasar: 
Una es la idea de recuperar un activo preexistente, ya sea una mirada que se le hace a una plaza, ya sea patrimonio industrial, ya sea recuperar una infraestructura dándole un uso. Es la idea de que algo que tenemos es un activo, que podemos utilizar de una manera más eficiente y que, muchas veces, implica despertar una mirada sobre lo que tenemos. 

A veces nos quejamos, los que estamos en el tema del turismo, de que existiendo un activo preexistente que merece ser puesto en valor en todo el sentido del término, se plantea la situación del acostumbramiento del ojo de la persona local, que no permite ver el valor de lo que dispone. A veces es el ojo del que viene de afuera el que lo ve y se realiza una apertura en nosotros en ese sentido.  

El otro tema de esta cuestión es el de la modalidad del turismo. Cuando el turismo adquiere una modalidad muy vinculada a una situación preexistente (a un activo en este caso) es lo que noto como el riesgo de las nuevas tendencias, que en lo patrimonial no deberían ser expuestas para el cambio, en cambio deberían ser expuestas para fortalecerlas. 

Voy a transcribir algunos pensamientos de un gran profesional especialista en temas culturales, el arquitecto Jorge Néstor Bozzano, expresados hace tiempo al dirigirse a arquitectos e ingenieros. Lo hago porque desde hace tiempo me tienen preocupada algunas modificaciones en sitios que han sido declarados Patrimonio Cultural de la Provincia. Veo que el modernismo avanza como alguien alguna vez me lo expresó, no como una cuestión natural sino, simplemente, porque todo lo nuevo se ve mejor. 

Es así que lo moderno y lo de avanzada nos llaman la atención y nos paramos a admirarlo, pero la historia de ninguna manera se la debe borrar, sino habrán libros con hojas en blanco cuando ya no haya alguien que conoció y pueda transmitirla, con vivencias de algunos espacios. 

Contaré lo que me ocurrió hace un tiempo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desconocedora, como todo visitante a un sito, estaba sentada en un negocio en calle Florida, mientras mi hija miraba lo que allí se vendía. Desde mi lugar observé el interior del edificio, la escalera de mármol, con una baranda de hierro y bronce, un vitró y una fuente, lo que me hizo pensar: "Quién habrá sido el dueño de este edificio, que a la vista está bien mantenido”. Por curiosidad pura pregunté a un empleado y me contestó que esa fue la casa de Hipólito Yrigoyen. Me emocioné, por el lugar y su conservación. Sólo era una tienda en estos momentos, cuando el sitio de seguro estaba lleno de historia. 

De esta experiencia surge la pregunta ¿por qué a San Juan le cuesta tanto conservar lo poco que quedó del terremoto? 

Los nuevos profesionales encargados de la construcción, no lo vivieron, pero deben conocer su historia y los relatos. Es por ello que Bozzano les dice que deben formarse y capacitarse, de acuerdo a las necesidades regionales y locales y establecer un espacio de intercambio de proyectos e ideas con todos. Formarse preocupado por su responsabilidad ante los otros ciudadanos integrándose socialmente y adquiriendo un pensamiento común.

Fortalecer la identidad local, atendiendo a la idiosincrasia propia de cada provincia aprovechando lo que hay en cada uno de ellos y las potencialidades, en este caso la conservación de la identidad que ayudará a fortalecer nuestra cultura y turismo.  

Hace un tiempo fuera de lo que es el turismo, participé de una reunión de vecinos sobre el tema de la peatonal Maestro de América. Todos querían abrirla de nuevo, para la circulación de autos, ninguno pensó en la conservación de la Casa Natal del máximo prócer sanjuanino. 

Lo que nos falta es estimular la comprensión y la valoración del patrimonio cultural local más allá de nuestros propios intereses que no son de vital importancia en este aspecto. Satisfacer las demandas de muchos de los ciudadanos que desean su conservación también es importante, buscando la comprensión y valoración del patrimonio. 

María Teresa Forradellas, Licenciada en Turismo. 

 

EN OCASIONES nadie piensa en preservar nuestro patrimonio cultural cuidando su integridad.