La generación de empleo, a su máxima expresión, parece ser la fórmula infalible del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, para salir definitivamente de los embates de la crisis económica mundial y para apuntalar el crecimiento extraordinario que tiene el vecino país.
Dejando de lado cualquier expresión de subsidiaridad y asistencialismo, el gobierno brasileño viene apostando a las obras de infraestructura, con alta demanda de empleo, para que exista una real distribución del ingreso y un equilibrio económico regional.
Según ha expresado el ministro de Trabajo de Brasil, Carlos Lupi, se espera ampliar la oferta laboral en 2010, con dos millones de nuevos empleos nuevos, lo cual llevará a 10,8 millones el número de puestos de trabajo creados en los dos mandatos del presidente Luiz Lula Da Silva, cuyo mandato finaliza en diciembre de ese año.
De acuerdo a esas previsiones expresadas por el funcionario, la idea de Lula es cerrar 2009 con 1,1 millones de empleos creados, a pesar de perderse unos 800.000 puestos, como consecuencia del debacle internacional. Por otra parte estimaciones del comercio y la industria esperan un crecimiento de hasta el 5,5% del número de los contratos de trabajo formal en 2010, según el diario Folha de Sao Paulo.
El secreto del optimismo es el plan de viviendas populares "Nuestra Casa, nuestra vida" que contribuirá a ampliar la demanda de mano de obra. El gobierno destinó 30.000 millones de reales (unos u$s 16.000 millones) al Plan de Aceleración del Crecimiento, de obras de infraestructura y viviendas el 2010. El crecimiento del empleo y la renta están garantizados mediante una inyección de recursos para la construcción.
