Al reflexionar sobre la actualidad, nos preguntamos por qué al país le va mal en diferentes aspectos cuando potencialmente debería ser lo contrario, e inmediatamente aparecen cientos de respuestas de distintos sectores que acometen con réplicas sabias. Unos y otros sostienen tener el acierto de la fórmula, no sólo para dar la respuesta sino además para buscar una solución acertada y sin dubitar. Es entonces cuando resulta necesario contrarrestar la presión de tantos exitistas que hablan con ‘autorizada” opinión de la vida y del mundo, de la economía y del trabajo, de la salud, la seguridad y la educación, entre otros temas.

Pero al detenernos tan sólo un momento, observamos que la mirada objetiva quizás está justamente en una simple y trabajosa pero elaborada instancia, la de planificar, es decir, la de concebir y proyectar con recaudos. Pero nuestros gobernantes se caracterizan por ser impetuosos y súbitamente espontáneos, apuntando a que todo lo deben conseguir ya. Y justamente, los resultados están a la vista. Por eso en la Argentina, se planifica improvisando y nos va mal en distintos objetivos. Todo lo contrario, debería planificarse sin supuestos ni especulaciones, evitando la improvisación, madre de todos los males, y así sobrellevar una administración.

Las organizaciones exitosas ya no administran recursos humanos ni personas, pues eso significa tratarlas como agentes pasivos y dependientes; ahora administran con las personas. Esto implica tratarlas como agentes activos y proactivos, dotados de inteligencia y creatividad, de iniciativa y decisión, de habilidades y competencias, y no sólo de capacidades manuales, físicas o artesanales.

Más allá del enfoque humanista, la comunidad de negocios piensa que los recursos humanos hacen la diferencia impulsando cambios en la concepción acerca de la gente que trabaja, y así ha surgido, por ejemplo, la Gestión de Recursos Humanos por Competencias. Este modelo de gestión, bien aplicado, es bueno para los que integran la sociedad, pero sin embargo no se implementa pensando en los beneficios que representa para las personas, sino en que ayuda a la empresa a ser competitiva y mejorar su rentabilidad. Frente a esta irrenunciable realidad y a los objetivos que se establecen en los distintos ámbitos, principalmente el laboral, los individuos de las organizaciones deben promover el desarrollo de competencias que permitan llevar a cabo sus tareas desde supuestos cooperativos y creativos.