La Historia de la Traumatología, Ortopedia y Rehabilitación en nuestra provincia está estrechamente vinculada con la creación de ese Servicio en el Hospital Doctor Guillermo Rawson, en 1949, a cargo de quien fuera uno de los médicos más prominentes de San Juan, el doctor Ramón Peñafort.
Antes de esa fecha, los enfermos traumatológicos eran atendidos por médicos cirujanos generales, sin que existieran auténticos especialistas que pudieran tratar y rehabilitar a los pacientes. La llegada del doctor Peñafort a la provincia provocó toda una revolución en el ambiente médico ya que con su impulso creador se dedicó con entusiasmo y sacrificio a una especialidad que no existía, superando los múltiples inconvenientes que se presentaban. Fue ardua su tarea respecto a la adquisición de elementos y ambientes de trabajo, y en demostrar las necesidades y bondades de la especialidad que se imponía a la tarea del "compositor", a la que en esa época se recurría habitualmente.
Los primeros pacientes que requerían tratamientos de traumatología eran diseminados en las distintas salas del antiguo Hospital Rawson, junto a enfermos de otras afecciones. Paulatinamente se los fue reuniendo en un pabellón, hasta que finalmente se consiguió una sala exclusiva para su atención, todo esto antes de alcanzar la categoría de Servicio.
Como un hecho histórico, se puede señalar que en 1936 el doctor Peñafort realizó la primera "tracción esquelética" en el tratamiento de una fractura de fémur y operó el primer "pie bot congénito", lo que marcó el inicio del auténtico ejercicio de la traumatología y ortopedia en San Juan. Entre los colaboradores más entusiastas de esta nueva experiencia médica figuraban destacados profesionales como los doctores José Flores, Erick Lund, Emilio Alvo y Francisco Plana.
Creado el Servicio de Traumatología, Ortopedia y Rehabilitación del Hospital Rawson, no sólo era el único y primero de nuestra provincia, sino también de Cuyo. Al momento de su inauguración, el 9 de julio de 1949, el flamante Servicio estaba dotado de salas para internación, quirófanos, departamentos de enyesados, rayos X, policlínica externa, taller de prótesis y ortesis, departamento de rehabilitación, escolaridad normal y diferenciada, servicios sociales y archivo.
En la opinión de los médicos de la época, se contaba con una unidad física, funcional, administrativa y científica, integrada por todos los departamentos que permitía la atención preventiva, asistencial y rehabilitativa de los pacientes que en él se internaban o concurrían a consultorios externos, ya sea hombres, mujeres o niños.
Dentro de la infraestructura dispuesta, había una sala designada con el nombre de "Marcelo Fitte" destinada a niños en tratamiento y una pileta de hidroterapia para niños que padecían poliomielitis, la que estaba complementada con un tanque de Hubard, que se empleaba para tratamientos individuales. También se destacaban los pulmotores; una cama oscilante y cuatro habitaciones destinadas a pacientes muy delicados.
En otras de las salas se dispuso la habilitación de una escuela para niños internados, punto de partida de la Escuela Hospitalaria a la que se dedicó con gran vocación la docente Julieta Sarmiento.
La capacidad de internación era de 75 camas y entre algunos detalles que hablan de lo completo que era el Servicio, en la parte del fondo del predio del Hospital había una cancha para prácticas deportivas y cada cama de los internados tenía música individual a través de un pequeño parlante en forma de plato conectados a una central por cables.
En busca de promover el desarrollo de la especialidad, el doctor Peñafort alentó la visita de cirujanos maestros como los doctores Ottolenghi, Ferré, Castillo Odena, Del Sel, Japas y otros tantos distinguidos profesionales que gustosos operaban enfermos ofreciendo cátedra de técnica operatoria.
Según algunos registros, las primeras radiografías de la incipiente especialidad se practicaron con un aparato portátil adquirido en 1936, al que afectivamente los médicos le llamaban "el bolita".
En una tarea que era bastante ardua, especialmente durante algunos momentos que le tocó vivir a la provincia, como el del terremoto de 1944, se destacó la figura de Enrique Fuentes, quien acompañó al doctor Peñafort desde sus comienzos cumpliendo funciones de enfermero, ayudante múltiple y, particularmente, técnico radiólogo.
La labor que se cumplía en el archivo del Servicio tenía un valor superlativo, ya que los médicos contaban con una fuente de documentación que permitía proyectar el trabajo y la actividad a congresos, jornadas y ateneos.
Otro aspecto a destacar de aquel período que muchos médicos han dado en llamar "la época de oro de la traumatología sanjuanina", es el taller de rehabilitación que funcionaba en el subsuelo del edificio hospitalario. En ese lugar, los técnicos confeccionaban prótesis, ortesis, sillas de ruedas, muletas y bastones. También zapatos, corsés y reparaban aparatos. Todo esto se ponía a disposición de los pacientes en forma totalmente gratuita.
La rehabilitación de pacientes tuvo especial atención por parte de los médicos de un equipo que también integraban fisioterapeutas, fonoaudiólogos, visitadoras sociales, terapeutas ocupacionales y vocacionales y psicólogos. Se disponía de un ómnibus especial para el traslado de pacientes y se destacó la extraordinaria labor de un grupo de mujeres que bajo las siglas Colpi (Comisión Lucha Parálisis Infantil) ofrecían ayuda al discapacitado. Precisamente, entre las principales promotoras de esta entidad se encontraba la esposa del doctor Ramón Peñafort, quien dio gran impulso a la acción emprendida.
Próximo a iniciarse la década del 50, se sumaron al equipo del doctor Peñafort, un grupo de médicos jóvenes, recién egresados, como Antonio Oliveros y José Salmuni, quienes se consideraban sus discípulos. Luego se sumarían otros médicos como Nadelko Lecich y Jorge Alvo, también de destacada trayectoria en el Servicio.
En la década del 80 el doctor Oliveros gestionó que se impusiera en vida el nombre de "Dr. Ramón Peñafort" al "Servicio de Traumatología y Ortopedia del Centro de Salud Dr. Guillermo Rawson", lo que se concretó mediante Expediente 227677 – Resolución 0336 de fecha 17 de marzo de 1982, de la Secretaría de Estado de Salud Pública. Un reconocimiento con el que se puso de relieve la gran tarea cumplida por Peñafort, en un aporte a la provincia que mereció elogios de todo el país, como quedó demostrado cada vez que médicos del Servicio concurrían a algún encuentro científicos o médicos.

