La pandemia cuenta la edad de un año, el confinamiento un poco menos aunque parezca más, la inflación una enfermedad macroeconómica que nos acompaña desde que tenemos memoria. En marzo, 4,8% y en abril, 4,1. Si proyectáramos el año con ese ritmo terminaríamos por encima de 60%. La cifra acumulada en lo que va de 2021 es 17,6%, bastante cerca de 29, número presupuestado para todo el año y eso con precios controlados, "cuidados" y con tarifas pisadas. Viene la natural escasez del cambio de temporada, el mayor gasto de energía, la necesidad de ingerir más calorías y más abrigo para soportar el frío. Las restricciones del nuevo confinamiento debieran agregar retracción de la demanda aunque no de artículos esenciales, de todas formas la inflación no sigue ninguna lógica, esta sí que, usando la metáfora del Presidente, está desmadrada. En el mundo no hay inflación por causa de la pandemia, es al revés, hay recesión por caída de la actividad, clausura o disminución de funciones o rubros. Se han reducido casi a cero los viajes, están vacíos los hoteles, a menos de media máquina los restaurantes, se vende menos combustible, se compra menos ropa o accesorios, no hay fiestas, la lista es larguísima. ¿Cómo es posible que en esta situación suban los precios? ¿Están subiendo o es que la moneda con que pagamos se devalúa cada vez más? La ley de oferta y demanda es una ley universal independiente de la ideología de personas o gobiernos. Cuando hay algo escaso, se llama carestía, se carece de un bien, un artículo o varios. La carestía por sequías o inundaciones, por exceso de calor o frío fue común antes de los invernaderos y cultivos con fertilizantes. En nuestra historia no tan lejana, una peste en ganado o cultivos dejaba a una región entera en hambruna y muerte. Pestes políticas como la colectivización de las granjas en la Rusia comunista dejó centenares de miles de muertos de hambre, reemplazados los campesinos expertos por soviets ignorantes se redujo brutalmente la producción. Cuando hay carestía, suben los precios, cuando hay abundancia bajan. La fruta es cara en invierno y barata en verano. Cuando hay gran demanda y la producción no aumenta, es lógico que suban los precios, los mismos bienes son pretendidos por más gente, la tendencia al incremento será inevitable. Si la demanda baja, como está pasando desde que inició el covid-19, lo que sería lógico es que los precios bajen, no que suban. Claro, siempre que la producción sea constante. El gran error del gobierno nacional fue cerrar la producción, sobre todo la industrial. A la vez se "metió dinero en los bolsillos de la gente" con emisiones monetarias en una proporción nunca vista y eso que tenemos tradición en la materia. La consecuencia es tan evidente como inexorable, se intenta aumentar la demanda poniendo billetes falsos en los bolsillos de los consumidores pero a la vez se mantiene baja la producción, por cierre, cuarentena y ausencia de inversiones. Para extraer la consecuencia obligada a la coexistencia de estas dos variables contradictorias, no hace falta ser economista o haber cursado siquiera el Perito Mercantil de la Escuela de Comercio, es una cuenta primaria. La reciente medida de atajar los precios de la carne suprimiendo las exportaciones es incomprensible, antes se lo había intentado con el maíz. Se prohíbe vender cuando los precios externos son buenos mientras se necesitan dólares para sostener el ancla de la tasa de cambio e intentar que no afecte los precios internos. Otra contradicción. Para obtener dólares debo vender, nadie nos presta, estamos tratando de patear para adelante vencimientos de créditos que ya tomamos. Desalentar la importación por escasez de dólares se puede entender pero ¿prohibir exportaciones? ¿Alguien tendrá alguna explicación? Los ganaderos han respondido con un lockout de 8 días que podría extenderse al conjunto del campo que se siente amenazado. ¿Resultado? O no habrá carne en las heladeras o estará más cara. El viernes pasado se desató en San Juan una carrera buscando bifes anticipando la escasez que seguramente ocurrirá. Respuesta previsible, ya hay antecedentes, existe la Mesa de Enlace del campo desde marzo de 2008. Si se hace lo mismo, si no se cambia, no se puede esperar distintos resultados. Aquél conflicto recordado por la Resolución 125 dictada a los pocos meses de asumir Cristina, quería imponer retenciones excesivas a la exportación de granos. No salió del Congreso y costó al gobierno perder las elecciones de 2009 aun con Néstor Kirchner como candidato testimonial seguido de Daniel Scioli y otros altos representantes del oficialismo en las listas principales. Perdieron con Francisco De Narváez. Recuerdos del futuro. La razón del incremento de los precios es la devaluación de la moneda por exceso de emisión, hay más billetes que cosas para comprar y la gente no los quiere guardar, se desprende de ellos porque juzga que mañana valdrán menos que hoy. Es una carrera como el baile de la silla, nadie quiere quedarse de pie. Así estamos. La inflación no es obligatoria, es una enfermedad que a diferencia del covid-19 tiene cura conocida, tanto que ha desaparecido del mundo, salvo aquí y en Venezuela. Cura antipática y que requerirá de gran arrojo político pero que nos sacaría rápidamente de la pobreza endémica. Algún día llegará el clínico valiente que administre los remedios y dé buenos ejemplos para que los pacientes toleremos su inicial amargura sabiendo que nos podrá traer la cura definitiva.

 

Inflación acumulada

17,6  por ciento es la inflación acumulada que hay en el país, entre enero y abril de 2021. En marzo se incrementó 4,8% respecto a febrero, y en abril subió 4,1% intermensual. Si se proyecta el año con ese ritmo el 2021 terminará con una inflación por encima del 60%.