Generosa en opciones y en tonalidades, el arco opositor local jugará en los próximos días a una perinola ajena.
Todo el futuro puesto a decisiones que no son las propias: si las elecciones en San Juan son unidas o separadas de las nacionales, si los referentes nacionales se juntan o se separan, cómo llegan Gioja y Kirchner al año que viene. Y en esa madeja, el desafío de buscar mejorar sus chances, en un abanico que contempla desde la conquista del poder hasta el papelón, sin términos medios.
La semana que pasó, los opositores sanjuaninos se juntaron en una misma mesa por tercera vez, ejercicio de borronear sus diferencias de criterios y procedencias como para hacer frente a un oficialismo dispuesto a marcar récord: séptimo año de gestión para Gioja y una imagen positiva de más del 70% en la provincia lo que le permitirá, si llega con esos números al año próximo, seleccionar a su sucesor con comodidad.
Sólo la envergadura del adversario ha conseguido juntar a expresiones locales que hasta hace bien poco se dedicaron descalificaciones en público y aún hoy llegan a estas citas cada vez más frecuentes con temores y desconfianzas, y hasta con objeciones firmes que prefieren filtrar por lo bajo.
Hay que imaginar dos grandes columnas que alimentan este flamante cuadro opositor. De un lado, el peronismo opositor y el PRO encabezados por el rawsino Mauricio Ibarra y el senador Roberto Basualdo, además de Wbaldino Acosta del lado macrista. Del otro lado, el panradicalismo integrado por Rodolfo Colombo, los radicales orgánicos, Miguel Arancibia y su grupo, el socialismo. Por afuera de estas dos vertientes, también coquetea Enrique Conti y un grupo de bloquistas desencantados con el gobierno, y hasta la Cruzada. Los únicos que aún no han dado señales de sumarse a este scrum -en realidad han dado señales en rechazarlo- son los referentes locales de Elisa Carrió, a tono con la conducta de su líder nacional que aún no señala si irá a un acuerdo o se la jugará sola.
Como bien se deduce, se trata de un universo lo suficientemente diversificado como para encontrar dificultades en el armado común: los personalismos y especialmente las cicatrices de otros ensayos en común que no tuvieron final feliz (Colombo-Basualdo, o la propia Alianza) o de confrontaciones ácidas recientes (Ibarra-Colombo).
Lo que mantiene viva la llama es encontrar una agenda con la cual incomodar y diseñar una estrategia juntos que les permita el optimismo. Buscando y buscando, sacaron un conejo de la galera: el 82% móvil, un reclamo difícil de ser denegado por el oficialismo y en el que la oposición nacional ha encontrado un lugar por donde le entran las balas. Con el bonus track del protagonismo en comisión de Ibarra.
Le ha resultado realmente difícil a la oposición local replicar con éxito alguno de los tantos temas con los que la oposición nacional desgasta a los Kirchner. No tuvieron esos efectos ni Venezuela, ni el Consejo de la Magistratura, ni el INDEC, ni los superpoderes, ni las críticas a la minería. Sí lo tuvo el reclamo de los jubilados, esa especie al desamparo que todos entienden podría estar un poco mejor atendida -aún sin el bendito 82%- y en la que cada familia tiene al menos uno.
Claro que este primer acierto reclama de más cosas para consolidarse. Como acertar en la agenda de prioridades del ciudadano sanjuanino y encontrar los portavoces correctos. Esto último es un punto neurálgico porque implica ceder protagonismos que se miden por la vara del interés político.
Aquí es donde está el corazón del diseño opositor para el 2011, y es en lo que avanzan en definir en las reuniones en común: cómo cortar la pizza para dejar contentos a todos.
Ya una decisión tomada. En el caso en que el Gobierno provincial decida adelantar las elecciones del año próximo, harán todos los esfuerzos para ir todos juntos en el mismo espacio y enfrentar así al candidato oficial.
Hay razones para pensar que ese adelanto se puede concretar: evitar una hipotética caída de imagen del Gobierno nacional, alguna necesidad de los Kirchner por mostrar un triunfo en una provincia. Y a todos los participantes de este ajedrez opositor les puede cerrar la alternativa de juntarse.
¿Cómo sería? Para encabezar la eventual fórmula común, el que aparece más firme es Mauricio Ibarra. Tiene para perder la posibilidad clara de no resultar electo, pero tiene para ganar el hecho de quedarse con el rótulo de un buen porcentaje de votos con vista al futuro -aspiran a llegar al menos al 30%- y conquistar esa cifra que esperaban para el año pasado y les fue esquiva. Con algunos agregados: poner algunos candidatos a intendentes -especialmente Rojas en Rawson- y una buena cantidad de concejales y diputados en condiciones de entrar.
Para Colombo quedaría la candidatura en Capital. Sería la tercera vez que lo intenta, aunque ahora con un candidato a gobernador como Ibarra que consideran les puede sumar. En el resto de las candidaturas, reclaman Caucete y las concejalías capitalinas que renueva (serán 5). Como premio consuelo, se anota como candidato a diputado nacional, que en este caso se haría meses después.
Basualdo parece tener en la próxima cita electoral su horizonte puesto en la banca del Senado, que vence en 2011. Por lo tanto, podría dejar pasar la elección provincial para anotarse días después en la de senadores para renovar. Eso sí, deberá haber lugar en la provincial para sus espadas de confianza -Gazzé, Campos- lo que lo obligará a aparecer en la campaña.
Para el radicalismo tienen guardado un lugar en la lista de diputados o senadores nacionales. Y en la elección provincial, buscar espacios en algunas candidaturas a intendentes -Luisa Velazco en Rivadavia- y en las listas de proporcionales.
Queda en este ensayo buscar lugar para las otras opciones, como el Grupo 1852 de Arancibia o los fragmentos del bloquismo dispuestos a acompañar a Conti, si se decide, aunque ahora parece estarlo menos. Y queda también buscar la manera de hacer combinar este acuerdo con la ley de internas abiertas: tendrán que buscar un sello y presentar el paquete cerrado.
Otro tablero, absolutamente distinto, será si van todas las elecciones juntas. Allí, el espacio opositor local tiene más posibilidades de quedar partido, de igual modo que seguramente lo estará el escenario nacional en dos grandes bloques: el peronismo disidente y el PRO por un lado, y radicales, socialistas por el otro.
Y cobrarán significado local cada uno de los pasos de los referentes nacionales.
Del lado del bloque entre peronistas y macristas, resultará gravitante quién será el candidato presidencial del sector, si es que lo hay. Se anotan Duhalde, Reutemann, Solá o Macri, pero no es seguro que sean todos, algunos o ninguno de ellos. No parece ser este cuadro un menú tentador para los referentes sanjuaninos: Ibarra y Basualdo se pasan el testimonio para no ser.
Del lado del panradicalismo, las ansiedades surgirán en torno a si el avance de Ricado Alfonsín sobre Cobos se traduce en un radicalismo orgánico más envalentonado sobre el cobismo local.
Pero ni de este ni del otro lado quieren que eso ocurra: que los que hoy se sientan en la misma mesa deban pulsear entre ellos. Con un agravente: si los de enfrente no se equivocan o la interna oficial no termina en estampida, esa competencia puede significar la subsistencia, la lucha por ser segundos.

