El 29 del corriente comenzará en Cancún otra reunión destinada a establecer una política global sobre el cambio climático. Esta nueva cumbre concentra muchas expectativas, que pueden ser definitorias, ya que busca corregir los desencuentros que llevaron a los fracasos anteriores, en particular el último encuentro en Copenhague, donde la retórica y las buenas intenciones no llegaron a concretar hechos palpables.

Las duras posiciones de los Estados Unidos y China, en cuanto a los recursos y los tiempos necesarios para atender el desequilibrio de los ecosistemas, afectados por el calentamiento global y la desertización, tienen la contrapartida en la Unión Europea para conciliar posiciones, pero también influye el peso de otras regiones. Al respecto, el negociador de la Unión Europea, Peter Wehrheim, visitó días atrás nuestro país interesado en conocer las opiniones del Gobierno argentino y de las ONG ecologistas, en un contexto en que América latina deberá precisar sus preocupaciones en virtud de experimentar bruscas alteraciones climáticas que impactan en la producción y otras áreas de la economía.

El titular del Organismo para el Cambio Climático y Deforestación en la Comisión Europea se reunió, con el secretario de Ambiente, Homero Bibiloni (de esa área dependen los negociadores argentinos que irán a Cancún), y con funcionarios del Ministerio de Agricultura, además de las entidades vinculadas al tema. El citado diálogo no buscó acuerdos ni apoyo específico del país a la política instrumentada en la UE sino conocer las opiniones locales acerca del complejo tema climático que se viene ventilando desde Kioto, pero sin avances significativos.

Ahora América latina puede tener un protagonismo importante, como se insinuó en Copenhague, aunque en aquella cumbre solo se alcanzó un acuerdo político pero no vinculante. En Cancún se ventilarán cuestiones fundamentales relacionadas con la agricultura, los bosques, y los aspectos financieros de transferencia tecnológica al hemisferio Sur.

Estos elementos, si realmente definen un acuerdo mayor en la próxima semana, constituirán un gran paso adelante en la protección del medio ambiente y para ello Argentina debe llevar una posición clara y precisa para bajar las emisiones contaminantes desde el punto de vista de sus intereses.