Una costumbre es un "hábito adquirido por la práctica frecuente de un acto", mencionan los diccionarios. Existen de las buenas y de las malas también. En San Juan, muchas cosas que están pésimo, pero que se repiten a través de los años, se volvieron una costumbre: comer un asado en la Difunta Correa para Semana Santa está muy mal, pero es una costumbre; que los colectivos no cumplan los horarios que les corresponde o no circulen los domingos, es una costumbre; que hayan muchas muertes por accidentes de tránsito, es una trágica costumbre; y que los médicos de Salud Pública hagan paro está en el umbral de sumarse a ese célebre grupo de situaciones descriptas anteriormente. El conflicto entre el Sindicato Médico y el Gobierno lleva poco más de 3 años y todavía no se puede resolver. Los profesionales tienen una serie de reclamos que el Gobierno no otorga. Algunos porque no puede, otros porque no quiere. Esta semana el tema llegó a un nivel de inmadurez peligroso: mientras el ministro de Salud, Oscar Balverdi anunciaba que demandarían -y de hecho lo hicieron- al gremio por una publicación en Facebook, el gobernador José Luis Gioja salía a mostrar bandera blanca al prometer que los médicos que concursen cargos, no se quedarán en la calle si pierden ese concurso, justo una de las pretensiones más pedidas de los profesionales. No se ve mucha coordinación. Para colmo del otro lado también hay "curiosidades": los médicos, inflexibles como pocos, salen a pedir algo que es justo, pero que no se les otorgará -y lo saben- con movidas locales: el 82% móvil necesita sí o sí apoyo financiero nacional. Si el Gobierno cede, lo tendrá que hacer con todos los sectores. Más que un pedido justo, que lo es, parece una chicana. Los protagonistas de esta novela se llaman Oscar Balverdi y Daniel Sanna, el primero es el funcionario y tiene la responsabilidad de garantizar el servicio de salud. El segundo es médico antes que gremialista y debería saber cuál es el impacto que hay cada vez que convocan a un paro. No es lo mismo parar un consultorio que parar una máquina en una fábrica; no se ve esa diferencia, ya que hasta aquí, sólo este año, hubo 13 días de paro. En medio de esta maraña de posturas rígidas cada vez que hay paro médico más de 1.000 personas dejan de atenderse. Salud es la segunda preocupación de los sanjuaninos, dijo ayer un encuestador, debe ser por algo.
Los paros del sindicato médico tienen una larga historia de tres años, pero tomando sólo 2012, arrancaron el 6 de marzo con uno por 24 horas pidiendo un incremento salarial que luego otorgó el Gobierno, pero no en el porcentaje que querían los profesionales. Ese mismo mes pararon dos veces más: los días 15 y 16, dicen el de mayor impacto de este año. Siguieron el 29 de mayo, medida que fue declarada ilegal por la Subsecretaría de Trabajo. Luego, el 8 de junio, adhirieron a un paro nacional de la CTA y se concentraron frente al Hospital de Niños. Fue a modo de anuncio tétrico, ya que ese mismo mes pararon tres días más: 21, 22 y 25. Públicamente amagaron con parar 7 días seguidos, pero al final no lo hicieron (gracias a Dios). En agosto hubo un solo día de paro que se organizó en conjunto con ATSA, el gremio de los enfermeros. Hubo conciliación obligatoria y ATSA, de buena relación con el Gobierno, se bajó. Después llegó la primavera y con ella dos días de protestas y no atención: 26 y 27. Luego, en octubre, la CTA nacional volvió a convocar y, como no podía ser de otra forma, el Sindicato Médico adhirió; fue el día 10. En noviembre con el primer paro general en toda la era kirchnerista convocado por la CGT y la CTA, el Sindicato Médico volvió a detener sus actividades, tal y como ocurrió en el resto de los paros de la CTA. En total fueron 13 los días sin atención, hasta ahora.
¿Qué piden? Jubilación con el 82% móvil, un aumento del 35% en los salarios, estabilidad laboral, titularización de cargos interinos, el estado edilicio de Salud Pública, haciendo hincapié en el Hospital de Niños que, dicen, tiene hasta riesgo eléctrico ¿Qué responde Balverdi? El 82% móvil es un reclamo justo, pero depende de Anses y la Nación. En cuanto al aumento en los salarios, el Gobierno, según dijo Balverdi a DIARIO DE CUYO "ofrecimos el 25% y porcentajes mayores para los profesionales de mayor grado, pero no lo aceptaron+. Sobre la estabilidad, "se logra con idoneidad, como en cualquier trabajo. Hay profesionales que llevan 15 años como interinos y trabajan normalmente. Lo que hay que hacer es tener cargos concursados y que los jefes concursen cada año para mantener sus puestos". Con respecto al estado edilicio, "los hechos hablan a las claras de que estamos mejorando, con los nuevos hospitales de Pocito, Sarmiento, el Rawson, el que se viene en Albardón y la construcción de distintos centros de salud y mejoras de puestos sanitarios en distintos departamentos". Todo ello, es algo así como el punto G de esta relación.
En octubre DIARIO DE CUYO publicó que, según coincidían dirigentes del Sindicato Médico y funcionarios del Gobierno provincial, cada cese de actividades dejó sin médico al menos a 1.130 personas. Sólo tomando los pacientes de los hospitales Marcial Quiroga y Rawson se puede decir que en lo que va del año 14.690 personas no recibieron el servicio de salud. En la periferia generalmente no hay medidas de fuerza, según se dijo, aunque, casi con seguridad alguien habrá quedado sin su consulta. La de los médicos ha de ser una lucha interna desgarradora: o hacen oídos sordos a sus necesidades económicas y atienden a sus pacientes, o dejan de atender gente en protesta para lograr su objetivo a sabiendas que esas personas, en un caso extremo, pueden hasta morir. Toda una decisión.
Tampoco es nada bueno lo que ocurre con Balverdi. El funcionario ha fracasado sistemáticamente en todos los intentos por arreglar sus migas con los profesionales de este sector de la salud. Balverdi no es político, él lo repite con frecuencia, pero el cargo que ocupa sí lo es, por tanto, una parte de su día debe dedicarlo a ello también. El propio José Luis Gioja -político hasta la médulas- salió la semana pasada a tender un puente con los médicos y prometió que arreglarán de alguna forma -no dio precisiones- el pedido de que los médicos que concursen y pierdan se queden al menos con el cargo que tenían antes de concursar. Si en cualquier empresa el dueño tiene que salir a arreglar los problemas que los gerentes no pueden, algo está mal. O la empresa es inviable o hay que cambiar el gerente. Gioja no lo hará, al menos por ahora. Y aquí hay algo raro. Cuentan los que más años tienen que el hoy ministro giojista fue escobarista también, ya que cumplió la misma función en épocas de gobernación de Jorge Alberto Escobar. Agregan los indiscretos, que ya eran clásicas las peleas entre Gioja, que en ese momento era legislador, con el entonces ministro Balverdi en las reuniones de Gabinete de "cocodrilo". "Y qué querés, si me quiere sacar la gente que puse", se justificaba Gioja en aquellos años ante sus amigos luego de esos furiosos mitines. A pesar de ello, a Gioja le gusta lo que hace Balverdi y lo tiene como un buen burócrata, dicen.
En el aspecto política, Daniel Sanna, es el único sindicalista que le ha traído problemas a Gioja en los últimos años. Con Ana María López fuera del sindicalismo, Hugo Leglise, de ATE, venido a menos con un gremio desbastado y el SUOEM llamado al silencio, el titular del gremio médico se ha convertido en la piedra en el zapato. En todo lo dicho, no hay que olvidarse que para la gente Salud Pública es casi tan preocupante como la inseguridad, que está al tope de los miedos sanjuaninos. Ayer el encuestador Antonio De Tommaso, reforzó esa idea en una entrevista en Radio Colón y graficó diciendo que los inconvenientes en Salud Pública le importan a la gente mucho más que, por ejemplo, el escándalo de las expropiaciones, donde el Gobierno ha puesto mucho interés por la magnitud de los fraudes y los personajes que se acusan. En definitiva, por lo que se ve hasta el momento Sanna ha ganado la pulseada política, ya que los paros siguieron y, parece, seguirán. Lo que no debe ocurrir es que eso se haga costumbre, como ya casi lo es. Es tarea del Gobierno evitarlo, y es trabajo del sindicalismo enfocarse, además de los sueldos, en la función que cumplen.
