De todas las reacciones que recibí tras mi última entrevista con el presidente autoritario de Nicaragua, Daniel Ortega, la más preocupante fue la que vino de un hombre que lo conoce mejor que muchos: el expresidente costarricense Oscar Arias, quien ganó el Premio Nobel de la Paz por ayudar a poner fin a las guerras de Centroamérica y forzar a Ortega a celebrar elecciones en 1990.

 

Ortega intenta por todos los medios llegar hasta el 2012 sin elecciones.

 

Arias me dijo que estaba asombrado por lo que ha estado diciendo Ortega en relación a la represión gubernamental que dejó entre 295 y 440 muertos en los últimos meses y la negativa a aceptar las exigencias de la oposición de que se adelanten para 2019 las elecciones programadas para 2021.

Todo esto ha llevado a Arias a sospechar que Ortega podría estar pensando en seguir en el poder indefinidamente.

"Yo creo que su mente acaricia la idea de ganar tiempo no para hacer elecciones en 2021, sino para quedarse en el poder, como Maduro o los hermanos Castro”, dijo Arias.

Tras leer mi columna sobre la entrevista en El Nuevo Herald y verla completa en CNN en Español, Arias concluyó que hay una gran diferencia entre lo que sucedió cuando Ortega aceptó ir a elecciones a fines de la década de 1980 y hoy.

A fines de la década de 1980, Ortega estaba bajo una fuerte presión internacional para permitir elecciones libres y pensaba que podría ganarlas, hoy, en cambio, él está seguro de que no puede ganar. "Él querrá poner a su mujer, o tener un ‘orteguismo sin Ortega”, pero después de lo que ha pasado en estos últimos días evidentemente no gana elecciones, y él lo sabe”, agregó Arias.

En mi entrevista de una hora con Ortega, que tuvo lugar a fines de julio en su residencia en Managua, el hombre fuerte nicaragüense rechazó los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos de que la gran mayoría de los muertos en las protestas de Nicaragua fueron asesinados por paramilitares respaldados por la policía.

Cuando confronté a Ortega con una foto de una camioneta con paramilitares encapuchados, armados con fusiles AK47 y llevando banderas del partido político de Ortega, el FSLN, el presidente de Nicaragua afirmó que probablemente era una foto trucada. Más tarde, alegó que también podrían ser de "terroristas” opositores que se hacían pasar por paramilitares progubernamentales.

Cuando recordé a Ortega que 21 países de las Américas -incluidos algunos con gobiernos de izquierda, como Uruguay y Ecuador- votaron recientemente en la OEA por exigirle a su gobierno que pusiera fin a las matanzas, el presidente alegó que todos estos países estaban siendo engañados por los medios.

No importa cuánta evidencia le mostré sobre los paramilitares ni cuántas veces le pregunté bajo qué condiciones aceptaría elecciones anticipadas, Ortega desviaba la pregunta y culpaba a la oposición.

Lo más probable es que esté tratando de ganar tiempo para llegar hasta el 2021. Pero lo más preocupante sería que Arias esté en lo cierto y que -a diferencia de lo que pasó en los "80- Ortega haya decidido atornillarse en el poder para siempre.