Como todos los fenómenos de la vida humana, los celos, según Sara Hodara, son una emoción que puede ser considerada únicamente dentro del contexto sociocultural en que se vive. En efecto, constituyen una emoción material en el desarrollo y crecimiento del individuo y expresan una sensación de gran inseguridad y temor a la pérdida del ser amado y necesitado, entrañando además la desvalorización de sí mismo.

En realidad son típicos de la niñez, no obstante perduran e el adulto. Se deben entre otros factores, a la inseguridad estimulada por el ambiente socioeconómico y cultural cada vez más exigente que hace que muchos individuos sientan un grado de desvalimiento comparable al que siente el niño. Toda vez que la persona se ve enfrentada al temor de perder aquello de lo que depende y que es al mismo tiempo su seguridad, reacciona con agresividad. Los celos no solamente se relacionan con la vinculación amorosa, hay variados matices que se expresan en distintos niveles: los referidos al estatus que dan origen a la competencia y los de las parejas por ser el campo propicio.

Una pregunta muy común es: ¿Quién es más celoso, el hombre o la mujer? Creo que la diferencia no está en la cantidad sino en la manera de expresarlo. Se habla mucho de la mujer celosa, pero es que aquella se permite manifestar sus celos con rencillas, reproches etc.; es una forma de aceptar su dependencia del hombre, aceptada y reconocida por la comunidad en que vivimos. Éste, en cambio, aún sintiendo celos no se permite expresarlos tan abiertamente. Mientras la mujer tiende a descargar de a poco su conflicto, el hombre tiende a acumularlo. De aquí que en algún momento estalle, dando origen a situaciones muy violentas.

Los celos pueden llevar al crimen si sobrepasa el límite de lo normal, o sea si se trata de casos patológicos. Una cierta dosis de ellos es normal en nuestra cultura y nuestro medio. No olvidemos que el diccionario los define como "cuidado”, "esmero”. Pienso que celar o cuidar aquello que queremos es, en cierta forma, saludable.

El límite solamente puede determinarlo un psiquiatra. Se trata de una adaptación a la realidad. Naturalmente este problema se da no solamente en nuestro país, sino en todas partes del mundo, y tiene mucho que ver el tipo de raza: latinos, sajones, orientales etc. pero tiene que ver además, con la educación. No obstante se diría que el argentino es, en general, celoso.

(*) Escritor.