Falta menos de un mes para que se cumplan 70 años de uno de los episodios más trágicos e increíble que vivió nuestra provincia, como fue el terremoto de 1944. Un instante antes de las 20.52 del 15 de enero de 1944, los sanjuaninos vivían en casas de adobe. Las veredas por las que caminaban eran angostas y el tránsito no conocía de calles de doble mano. Después del gran sismo, no sólo por sus muertos, San Juan jamás volvió a ser el mismo. El 90% de sus edificaciones se derrumbaron, y casi todo el resto fue demolido por temor a que terminara por caer. Hoy, si bien la ciudad es una de las más fuertes del mundo a nivel estructural arquitectónico, lo que ganó en modernidad al recomenzar desde los cimientos lo perdió por el lado del patrimonio cultural arquitectónico.
Antes del terremoto, el diseño clásico español, con influencias del imperio romano y luego la dominación árabe, poblaba a San Juan de casas con un amplio patio interno a cielo abierto, rodeado de grandes habitaciones y una gran entrada frente a la calle. De los moros, los españoles heredaron las celosías, que aquí también fueron de gran utilidad para aislarse de la aspereza del clima.
A mediados del Siglo XIX la corriente italiana ya se había hecho notar en la urbanización local. La casa tipo era conocida como "’chorizo” precisamente porque era más larga que ancha. Se podía atravesar por el corredor principal tanto como a través de las habitaciones, conectadas entre sí. La sala de estar y la habitación del matrimonio adelante, y al fondo la cocina y el comedor. Había un patio interno, pero cerrado con vitrales de colores. El sismo cambió todo. Y afortunadamente ya estaban aplicándose en el Primer Mundo las nuevas teorías francesas y alemanas de construcción, sirviéndose del ladrillo y del hormigón armado. Pero no fue sino hasta 1947 que el Consejo Nacional de Reconstrucción confeccionó el Código de Edificación para la Provincia de San Juan. Allí se puso en marcha el modelo de vivienda que perduraría hasta el presente. Para los cimientos, piedra bola y hormigón armado. Para vigas y columnas, hierro y hormigón armado. De nada hubiera servido el hierro fundido usado por los ingleses, se hubiera quebrado como una madera seca ante las diferentes fuerzas de un sismo.
Las veredas fueron ensanchadas. Se hicieron avenidas con calles de doble sentido y un bulevar importante en medio.
La idea con estas calles y veredas anchas era contener a la gente si debía salir de sus casas en caso de catástrofe. Poco a poco, la ciudad iba respondiendo al modelo arquitectónico moderno de la época: casas chatas, tipo cajón, al igual que en la mayor parte del mundo occidental.
Hoy la provincia se anima a dejar crecer edificios de más de 10 pisos. Y salvo unos pocos edificios sobrevivientes del gran sismo, su historia cultural urbana se cuenta desde el ’44 hasta la fecha.
(*) Profesora.
