Por primera vez en seis años la recaudación se mantiene por debajo de las previsiones del Presupuesto Nacional, que fija un alza del 17% en los recursos tributarios para este año.
Sin embargo, la suba de ingresos en el primer trimestre promedia el 13% y, de mantenerse la tendencia, en los próximos meses faltarán 30.000 millones de pesos para atender las erogaciones proyectadas. Ni siquiera la estatización del sistema previsional alcanzaría para tapar el bache fiscal. La estructura fiscal cayó con el terremoto financiero. Se achicaron los impuestos al comercio exterior (retenciones a las exportaciones y el IVA que recauda la Aduana) y creció en contrapartida la importancia de los tributos del mercado interno y de la seguridad social.
En los últimos cuatro años, la Nación recaudó unos 75.000 millones de pesos que no estuvieron presupuestados y que se repartieron en forma discrecional en subsidios y transferencias a los sectores privado y público.
Fue una época de bonanza, que el Ejecutivo aprovechó para marginar al Congreso en la discusión de los excedentes. Ahora la situación fiscal es complicada.
La reforma previsional y la eliminación de las AFJP ofrecen al Gobierno una inyección anual de liquidez de 13.000 millones de pesos, que sólo servirá para mitigar en parte las necesidades financieras.
Argentina no es el único país que quedó con un Presupuesto descolocado ante la crisis. No obstante, otras naciones realizan sus ajustes presupuestarios a lo largo del ejercicio con la participación activa del Parlamento. Nuestro país debería comenzar a hacerlo.
