El hecho de que más calor equivale a más energía en la atmósfera y esto supone, por tanto, más vapor de agua y más actividad en el sistema, provocan las alteraciones climáticas que estamos soportando. Los expertos aseguran que es difícil predecir cómo cambiarán las lluvias exactamente en cada lugar del mundo, pero sí saben que, debido a la mayor cantidad de energía presente en la atmósfera, se harán más habituales los fenómenos extremos, como tormentas, huracanes o fuertes temporales.

Dos artículos publicados en la revista científica británica "Nature" corroboran estas predicciones. Los autores defienden que las emisiones humanas de gases de efecto invernadero han incrementado considerablemente la probabilidad de precipitaciones fuertes y el riesgo de inundaciones. Francis Zwiers y sus colegas de la División de Investigación sobre el Clima, en Toronto, han manejado datos reales de lluvias registrados durante medio siglo en el Hemisferio Norte para llegar a la conclusión de que los aguaceros torrenciales se han más que duplicado.

Los investigadores utilizaron los registros de precipitaciones realizados en 6.000 estaciones pluviométricas diferentes entre 1951 y 1999 en todo el Hemisferio Norte. Tomaron los datos de máximas de lluvia en un solo día registrados cada año y también los de máximas de lluvias de un período de cinco días de cada año, que son los que mejor reflejan una lluvia torrencial. Un segundo artículo asegura que el calentamiento global aumenta la posibilidad de inundaciones como las sufridas en Gran Bretaña en octubre y noviembre de 2000, el otoño más húmedo conocido desde que empezaron los registros en 1766. Según cálculos, aquellas inundaciones se vieron reforzadas por el calor extra añadido por el hombre a la atmósfera.

Cuando los científicos simularon en el ordenador las condiciones de aquel otoño pero retirando las variables de perturbación introducidas por los gases de efecto invernadero emitidos por el hombre en los últimos siglos, resultó que en nueve de cada diez cálculos la computadora señalaba que esas lluvias no hubieran sido tan catastróficas de no haber intervenido el factor humano.

El tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos humanos, los estilos de vida y los modelos de consumo y producción actualmente dominantes.