Desde la crisis de 2001 se han multiplicado los planes de asistencia social y no obstante el crecimiento económico, siguen los bolsones de pobreza. Son 30.000 los cooperativistas del Plan Argentina Trabaja (PAT) que desde abril cobrarán 550 pesos de aumento, mientras otros 100.000 han denunciado que la nueva distribución los perjudica.
Según los anuncios oficiales, los beneficiarios del PAT recibirán un plus por productividad de 300 pesos y otro por presentismo de 250, que se pagarán cada dos meses: son 1.100 pesos que no percibirán los 100.000 cooperativistas, que hoy cobran 1200 pesos mensuales. Otros 2000 trabajadores, que se habrían negado a capacitarse, también fueron excluidos del reajuste. En la página web del Ministerio de Desarrollo Social se indica que serán beneficiarios quienes tengan mayor antigüedad en el PAT.
Este Plan anunciado el 14 de agosto de 2010 fue presentado como un plan nacional, pero que destinó casi la totalidad de los 150.000 puestos al conurbano, en un proceso marcado por denuncias de preferencias. La información difusa y contradictoria sobre el PAT ha sido una característica denunciada por organizaciones sociales y centros de investigación independientes desde que fue anunciado, tras la derrota del kirchnerismo en las elecciones legislativas, en agosto de 2010. Según documentos del Ministerio de Desarrollo Social, en enero de 2011 habían ingresado en el programa 55.741 trabajadores, y la respuesta del Ministerio a un pedido de informes de Poder Ciudadano, en julio de 2011, indicaba que los intendentes del conurbano bonaerense manejaban 107.638 planes. Tucumán recibió 15.000 planes y Corrientes 3.000. El PAT se extendió en cifras mínimas a Mendoza, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Rioja, Misiones, San Juan, Santiago del Estero y Río Negro. A las provincias no alineadas: San Luis, Córdoba, Santa Fe, se le asignaron partidas, que no fueron enviadas.
Estos programas no pueden ser un fin en sí mismo sino un medio para socorrer a los más necesitados. Pero su perpetuación en el tiempo, su consolidación como medio de vida en reemplazo del trabajo y su empleo como herramienta política por parte del Gobierno y sus punteros los pervierte, convirtiéndolos en dádivas y en elementos de coerción para fomentar un enorme caudal de votos cautivos.
