La dirigencia internacional acaba de perder a un notable demócrata que trascendió las fronteras de su país, Sudáfrica, para ubicarse entre los líderes humanistas más notables del siglo XX, junto a Mahatma Gandhi. Se trata de Nelson Mandela quien en 1918 renunció a su derecho humanitario a ser jefe de una tribu llamada Xosa y en 1942 se hizo abogado. Dos años más tarde ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos.
Fue uno de los líderes de la Liga de la Juventud del Congreso que llegaría a constituir el grupo dominante de la ANC. Su ideología propiciaba un socialismo africano, nacionalista, antirracista y antiimperialista.
En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo la inspiración de Gandhi, el ANC propugnaba métodos de lucha no violentos: la Liga de la Juventud (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas impulsadas por el imperialismo británico.
En 1952 Mandela pasó a presidir el ANC del Transvaal, al tiempo que dirigía los voluntarios que desafiaban al régimen. Se había convertido en el líder de hecho del movimiento insurrecto. La represión provocó 8.000 detenciones, inclusive la suya. Fue confinado en Johannesburgo. Allí estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica. En 1955, cumplidas las condenas, reapareció en público promoviendo la aparición de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza. El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan de gobierno de crear 7 reservas o bantustanes, territorios marginales en los que se confinaba a la mayoría de la población negra. El ANC respondió con manifestaciones y boicoteos. Ante estos acontecimientos Mandela fue acusado de alta traición, pero juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961.
Durante el largo juicio tuvo lugar la matanza de Suarpeville, en que la policía abrió fuego contra una multitud negra desarmada. Mandela permaneció detenido varios meses sin juicio. Aquellos hechos terminaron de convencer a los líderes de la ANC, de la imposibilidad de seguir luchando con métodos no violentos. Finalmente Mandela se vio obligado a huir por diversas localidades hasta que en 1946, a los 46 años de edad, fue capturado y condenado a prisión perpetua. Permaneció encarcelado 18 años sufriendo castigos durísimos.
En 1944 fue puesto en libertad convirtiéndose en el presidente de Sudáfrica. Su relevante actuación política le valieron la obtención del premio Nobel de la Paz. Hace unos días encontró su muerte, con 95 años de edad y después de haber sufrido un cáncer pulmonar, y haber ganado una cruenta batalla contra la segregación.
