En otra de esas sesiones maratónicas difíciles de digerir, la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al proyecto enviado por el Ejecutivo y negociado con varios gobernadores que lograron disciplinar a sus diputados metiéndolos en la responsabilidad local y sacándolos de la pertenencia partidaria. 138 votos afirmativos, 9 más de los necesarios y 35 más que los negativos dan cuenta de un consenso como el que los ciudadanos esperamos que haya para todas las cosas de importancia. De Cambiemos son solo 108, hubo 30 votos de otros partidos. El presupuesto es como el combustible de la economía de un país y sus provincias, tanto aquí como en cualquier parte del mundo. Este año Trump amenazó cerrar el gobierno porque los demócratas se negaban a autorizarle ciertos gastos y antes que él Barack Obama debió consumar el cierre y hasta humillarse ante los republicanos visitándolos en su propio comité central para conseguir la aprobación de los gastos. Una diferencia, allí los que están en la oposición tratan de que quien gobierna no gaste más y aquí al revés, los opositores quieren que gaste más y quien gobierna es quien propone el ajuste. Es por eso que se dice que en nuestro país es imposible anticipar cómo resultarán las cosas. Falta la media sanción del Senado pero ahí todo parece más previsible. Están representadas las mismas provincias que mandaron votar a sus legisladores y que apoyaron la ley pese a diferencias de intereses. Los senadores son menos, 72 en total, y solo hacen falta 37 manos levantadas. Además el Presidente del bloque del PJ, mayoritario, Miguel Ángel Pichetto; ya se ha despegado de la táctica obstruccionista del PJ formal y del kirchnerismo rancio afirmando que ya se consiguieron los cambios pedidos. A la vez tomó clara distancia de las vergonzosas situaciones que se dieron en la Cámara baja y que se vienen repitiendo de la mano del ahora ultrakirchnerista Leopoldo Moreau. A su lado toca un bombo destemplado como cuando era ministro aquél que nombró a su hija de pañales como directora del Banco Nación, Agustín Rossi, quien sueña con suceder en el trono a Cristina desde Unidad Ciudadana. Carteles de reclamo de distintos asuntos cuelgan desde hace tiempo en los pupitres de algunos representantes del pueblo al igual que suelen hacerlo en las manifestaciones estudiantiles y se trenzan cada tanto en recuerdos de la dictadura que terminó hace 35 años y en insultos que desconocen a la institución madre de la democracia, el Congreso. No faltan los intercambios de golpes de puño por lo menos en una intención que nunca se materializa. Una vergüenza que tiene la virtud de mostrarnos en tiempo presente lo que nos podría pasar en el futuro de volver ellos al poder. Y no hablamos de todo el peronismo sino de un grupo de guerrilleros frustrados que se encontró de repente y tras una crisis de anarquía en los sillones de la Casa Rosada. La verdad, cuesta creer que diputados pidan que se suspenda una sesión aludiendo que hay manifestaciones de militantes en la calle. Imaginen si esto ocurriera con los jueces y estos se dejaran influir por la turba en un sentido o en otro.

El presupuesto es como el combustible de la economía de un país y sus provincias.

No tiene explicación desde el punto de vista de la filosofía del gobierno representativo, pero sí desde la lógica guerrillera que entiende que un grupo de disconformes son "el pueblo" al que hay que escuchar. Nuestro sistema consiste en que vayamos a las urnas a elegir a quienes nos gobernarán, la única manera en que se garantiza la independencia del votante.

 

Otra cosa que es bueno recordar es que las elecciones tienen consecuencias y que se debe respetar la forma en que el elegido prometió gobernar, para eso están los períodos en los cuales se puede cambiar. La táctica guerrillera ya ensayada en diciembre pasado cuando la reforma de las actualizaciones de jubilaciones consiste en: armemos un conflicto en la calle, cuando más violento mejor, provoquemos en la policía la natural respuesta de todo ser humano que recibe piedrazos y bombas incendiarias, consigamos la represión y si es posible un muerto o varios para tirarlos en los brazos del gobierno, avancemos hacia un caos que desoriente a la autoridad y finalmente, ya en el éxito total, hagamos girar las aspas del helicóptero desde el puerto de la Casa Rosada. El colmo ha sido descubrir que esta madeja armada y alentada desde dentro mismo de la institución legislativa, tenía como protagonistas a extranjeros, prueba clara de que hubo plata de por medio. En fin, el intento volvió a fracasar y dejó como nunca a sus protagonistas expuestos al ridículo que, se dice, es de lo único que no se vuelve en política. Otro caso a destacar fue el del gobernador puntano Alberto Rodríguez Saa quien, mientras sus diputados votaban con el gobierno autorizados y mandados por su hermano Adolfo, se quejaba públicamente de ese acto. Una vieja maña que ya todos conocen: quedar bien con las dos partes, con Macri facilitando el resultado y con Cristina quejándose de la supuesta deslealtad de sus laderos. Alguien me preguntaba qué hubiera pasado si esto no salía. Puede no gustar lo que está, pero es lo único que hay, por lo menos hasta el año que viene.