En esta oportunidad, haremos referencia a toda la lucha femenina por lograr la igualdad política. Al respecto, podemos comenzar diciendo, que desde 1862 las mujeres van a luchar por el derecho al voto. Esto sería, vale aclarar, a nivel municipal. En nuestra provincia en 1928, la mujer votó por primera vez, y en 1934, alcanzó un cargo público local la fundadora de la Asociación de la Cultura Cívica de la Mujer Sanjuanina. Después, la Unión Feminista Nacional con Alicia Moreau de Justo y la presidenta del Comité de Derechos de la Mujer, Elvira Dellepiane de Rawson, elaboraron un padrón femenino para la ciudad de Buenos Aires e hicieron un simulacro de escrutinio que fue muy comentado en su momento. Posteriormente, las mujeres del Partido Feminista Nacional siguieron este camino y propusieron como candidata para las elecciones de 1920 a la doctora Julieta Lanteri.

En los años 30, el debate acerca del derecho al voto femenino siguió de la mano de la Unión de Mujeres Argentinas (UMA). En el Congreso se escucharon voces defensoras y detractoras. A pesar de lo fructífero del debate, varias circunstancias llevaron a que la ley de voto femenino no fuese sancionada.

Hubo que esperar recién, hasta 1947, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón. Una gran impulsora fue Eva Duarte, en un contexto internacional propicio y con profundas transformaciones sociales. Esta ley cristalizó años de lucha femenina en pos de la igualdad en los derechos políticos. Si bien el peronismo abrió la política para las mujeres, involucrándolas en sus unidades básicas y armando la rama femenina, a la hora de las atribuciones de género, fue bastante conservador. Las mujeres fueron representadas como guardianas del hogar.

Sostiene la historiadora Débora D’ Antonio, que en la época en la que Perón fue depuesto por la Revolución Libertadora, las mujeres se las arreglaron para transgredir las representaciones tradicionales ofrecidas por su mismo partido. Y articularon para ello una red de colaboración en la que incluyó a las trabajadoras de los prostíbulos de frontera, que escondían en muchos casos a los fugitivos.

En las movilizaciones y organizaciones político-armadas de los años 60 y 70, también tuvieron gran inserción, constituyendo la mitad de los miembros de las más importantes. Pero si bien, muchas mujeres cumplieron roles destacados como cuadros intermedios, pocas serian las que alcanzaron las direcciones máximas. Fueron años de liberación del cuerpo y de uso de la píldora anticonceptiva, un momento en el que el placer sexual pareció ir por delante de los deberes de reproducción de la especie. En 1968, se admitió la capacidad jurídica plena para la mujer, cualquiera fuese su estado civil.

Luego una gran represión descargó el régimen militar sobre las mujeres. Estas conformaron mas del 30% del total de desaparecidos. Surgieron las Madres de Plaza de Mayo, que lucharían por ocupar la escena política para esclarecer la desaparición de sus hijos.

Mas tarde, llegaron los logros de los primeros años de democracia. En 1985 cambió el régimen de patria potestad, estableciéndola en forma compartida entre padres y madres; en 1987 se consiguió sancionar la ley de Divorcio Vincular. La ley de Cupo Femenino, convirtió a la Argentina en 1991, en el primer país que adoptó una cuota mínima para candidaturas femeninas. La elección en senadores se realizaría con arreglo a esa ley, recién diez años después.

Si bien la reforma de la Constitución Nacional de 1994 daría jerarquía constitucional a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Esto espera la resolución de un sinfín de problemas. La violencia doméstica, la explotación sexual, la legalización del aborto, la salud sexual y reproductiva, la violación y el abuso sexual, son temas aun pendientes en términos de derechos.

Para concluir, puede añadirse que, la obsesión por visibilizar su lugar en el pasado ha causado la aparición de muchos estudios, esto representa un gran adelanto. Además se han comenzado a escribir historias de carácter más integral. Sin embargo, sólo las mujeres se interesan por contar su historia. La historia tradicional, en general, aun sigue sin problematizar este aspecto. Por eso es un desafío convocar también a los varones a que registren y escriban junto con las mujeres esa historia contada hasta el momento de forma fragmentaria y marginal.

(*) Profesora y Licenciada en Historia.