Mientras Europa sigue conmocionada por el doble atentado del martes último en el aeropuerto internacional de Bruselas y en una estación del metro de la capital belga, hasta ayer sumaban 35 los muertos, víctimas del terrorismo islámico según lo confirmó el propio activismo yihadista desde la clandestinidad. Tras el estupor por la tragedia de la que resultó víctima la población civil, los investigadores atan cabos para llegar a los culpables materiales e ideológicos.
Lo que ha llamado la atención a los observadores internacionales es la falta de cooperación entre los miembros de la Unión Europea, en relación con los movimientos de personas sospechosas como potenciales ejecutores de estos ataques demenciales. El vicecanciller de Alemania y líder del Partido Socialdemócrata de ese país, ha criticado a los países vecinos que prefieran guardar su información confidencial vinculada a la seguridad y pidió a los gobernantes que sitúen al terrorismo entre las prioridades de su agenda política.
Sigmar Gabriel reiteró la posición alemana en la necesidad de desvincular los atentados registrados la pasada semana en Bruselas y en París en noviembre pasado, de la crisis de los refugiados y recordó que los terroristas que los cometieron habían nacido y crecido en Francia y en Bélgica, respectivamente, aunque en la marginalidad. Pero no es sólo intercambiar información clasificada sino también activar las propias medidas de seguridad.
Es que la policía de Grecia envió el 2 de enero de 2015 a las autoridades belgas un alerta desestimado. Es una memoria USB que, entre otras cosas, contenía un mapa del aeropuerto de Bruselas, uno de los blancos terroristas de la semana pasada. Fue luego de que la policía griega localizara una vivienda que allanó y donde detuvo a cuatro sospechosos, uno de ellos extraditado a Bélgica, en realidad un ciudadano francés activo en círculos yihadistas.
Lo que si está descartado para los analistas, es la vinculación de la crisis de los refugiados con los recientes atentados en Bruselas y en París, en noviembre pasado, porque los cometieron ciudadanos nacidos y crecidos en Francia y en Bélgica, respectivamente. La reacción surge de los guetos, donde se abandonó durante décadas a las personas sin educación y sin trabajo, caldo de cultivo de la delincuencia, la violencia y, en última instancia, del terrorismo.
