Entre la diversidad de delitos informáticos que posibilita internet mediante identidades falsas, la comercialización de objetos robados crece rápidamente en el país, ahora por el cierre de las importaciones y las dificultades para conseguir ciertos productos extranjeros. Los reducidores de elementos robados usan sitios online para ventas de una variedad de artículos a precios muy atractivos, que clientes de buena fe los adquieren pero pueden tener serios problemas con la Justicia porque pueden ser acusados de encubridores.
Días atrás la Policía bonaerense detuvo a 13 miembros de una banda que robaba y desmantelada automóviles de alta gama y después los vendía como repuestos en internet. El ciberespacio permite estas maniobras y se estima que en la Argentina hay cerca de diez millones de personas que comercian por la web, con operaciones que el año pasado llegaron a los 11,5 millones de pesos, un 59,5% más que en 2010, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico.
Este panorama marginal no quiere decir que todo lo que se comercializa por internet sea ilegal, ya que las empresas que poseen sitios de avisos clasificados cuando advierten sospechas, se conectan con el vendedor para que demuestre fehacientemente el origen de su oferta y en caso de no recibir una respuesta creíble y documentada, se elimina de inmediato la publicación de la web. Por ello, si bien es difícil desbaratar a los reducidores, internet sigue siendo una buena alternativa para hacer negocios porque elimina la intermediación y los costos que existen en el comercio convencional. Lo importante es estar atento para no dejarse llevar por precios irrisorios de cosas que provienen de ilícitos.
