En su última sesión, la semana pasada, el Senado de la Nación dio media sanción al proyecto de Ley de Basura Electrónica, un marco normativo demorado en la Argentina, destinado a establecer presupuestos mínimos de protección ambiental para la gestión de aparatos eléctricos y electrónicos desechados y de sus residuos.
Este proyecto, que seguramente no tendrá correcciones de fondo en la Cámara baja, ubicará al país en el plano de las naciones desarrolladas en cuanto a la disposición de residuos tecnológicos, en particular de equipos en desuso que actualmente son arrojados en vaciaderos de basura domiciliaria, lo que implica un alto riesgo de contaminación.
Es así que la mayoría de los aparatos eléctricos y electrónicos poseen componentes considerados peligrosos o especiales, debido al contenido, entre otros contaminantes, de metales pesados, como cadmio, plomo y níquel, mercurio, y los plásticos bromados. Durante la vida útil de las computadoras, monitores e impresoras, o de los artefactos electrodomésticos, estos materiales son inofensivos ya que están contenidos en placas, circuitos, conectores o cables, pero al ser desechados en basurales reaccionan con el agua y la materia orgánica, liberando tóxicos al suelo hasta llegar a los acuíferos subterráneos.
Ante la demora de una ley específica, la Universidad Nacional de Córdoba ha encarado su propio plan de reciclaje los elementos peligrosos y ha recibido 75 toneladas de material tecnológico, equivalente a unas 7500 computadoras obsoletas, entregadas por particulares y organizaciones civiles durante la "Primera Semana de Residuos Informáticos”, que concluyó el viernes último en esa casa de estudios superiores.
Lo importante de esta iniciativa es despertar la cultura ambiental de la gente, de manera que la disciplina comience con el hábito correcto de eliminar las pilas y baterías agotadas y sepa qué hacer cuando se renuevan los equipos familiares o de oficinas, para depositarios en los lugares adecuados. De lo contrario se sumarán nuevos ataques al medio ambiente con daños que la naturaleza tarda décadas en repararlos.
Es un buen ejemplo para San Juan, porque hasta ahora no existe el marco provincial obligatorio para que la basura tecnológica sea depositada para su reciclado en los lugares apropiados para el desguace.
